martes, 29 de octubre de 2013

No quiero pensar

No quiero pensar ahora, no quiero porque el pasado me aturde.
 Recibir mensajes de quien tanto quise, hace que mis ojos rompan en llanto.
Unos ojos que capturan momentos cada día, antes de que anochezca.
No quiero pensar en momentos nunca vividos, momentos que quedaron pendientes ,, y que no se el motivo, quedaron atrás. 
No quiero pensar porque me atreví o porque deje de hacerlo, en cada momento de mi vida hice lo que realmente mi corazón me dicto. 
No quiero pensar en quien me quiso, o simplemente jugo conmigo, sé que ese momento me sentí especial, sé que en el interior  de esas personas, quedo mi esencia y muchas veces me recordaran.
No quiero pensar en porque no me defendí cuando me atacaron, que sabiendo que me dañaban continuaban haciéndolo.
 No quiero pensar en personas que me hablaron con sinceridad, limitando mi vida.
No quiero pensar y no por no pensar pienso.


Enmanuelle L 29 de Octubre de 2013





jueves, 24 de octubre de 2013

Un juego peligroso (segunda parte). Su juego

Durante la semana, su mirada penetrante ha quedado marcada en mí, sus ojos recorriendo mi cuerpo, su respiración agitada. La reacción de su cuerpo que no pudo evitar.
Sobre mi cama sonrío, jugué con él y gané.
Es sábado, un merecido fin de semana para salir con los amigos,   Marta y yo hemos estado hasta  altas horas de la madrugada compartiendo las últimas experiencias, ella es  mayor que yo, dos años. Somos polos opuestos y eso hace que nos llevemos como hermanas. Mario es el chico que nos hace de ´´guardaespaldas´´, los tres hemos sido amigos desde pequeños.
Tras ducharnos, entre risas y juegos, discutimos sobre quien se pone el vestido rojo, es suyo y a mí me encanta, su corte, su caída, como se desliza por mi piel al probármelo, la suavidad con la cual acaria mis pechos con tan insinuador escote, ya que no podré utilizar ropa interior.   Marta cede, a ella el negro, le queda arrebatador. El maquillaje no nos favorece, damos un poco de brillo en los labios, hoy nos recogeremos el pelo, nos queda mejor.
Mario nos espera algo enfadado por la tardanza. Para recompensarlo, lo invitamos a cenar.
Nos dirigimos a una hamburguesería, Mario nos cuenta su última conquista y nosotras embelesadas, lo escuchamos, es todo  un experto en hacer que las chicas se sientan únicas a su lado.
Esta noche Mario quiere ir a un local alejado, nosotras vamos sin rechistar, confiamos en él.
Cuando llegamos al local, Mario, situado entre las dos, hace su aparición con una gran sonrisa.  Sus comentarios nos hacen gracia, una rubia y una morena están con él, a cual más provocativa.
El local es estrecho, oscuro, el volumen de la música es muy cálido, a un lado está la barra, donde Mario se dirige saludando al camarero.  
En paralelo a la barra, apartados más íntimos, en el centro una pequeña mesita rodeada por amplios sillones, mullidos.
Observo cada una de los apartados,  cuando mi mirada se detiene en uno de ellos, mi piel se eriza, mi respiración se agita, mi entrepierna se humedece al mismo tiempo que se contrae. Su mirada me penetra.  Es él y me mira desafiante.
Con la copa en la mano se acerca a nuestro grupo, saluda a Mario, a Marta y se dirige a mí dándome un beso en la mejilla, húmedo, sin prisas, dejando entrever sus intenciones. Mis piernas casi no pueden sostenerse sobre los increíbles tacones, no esperaba encontrarlo en el local y menos que se acercara tan provocador, a la vez que atractivo.
 Su juego es más directo que el mío, ahora estamos en su terreno y sabe jugar. Apoyada en la barra, siento su cuerpo tras de mí, su aliento roza mi cuello al preguntarme que copa prefiero. Por un momento, la chica mala que llevo dentro reacciona, acerco  mi cuerpo al suyo en un insinuante movimiento... me estremezco al sentir toda su virilidad contra  mis caderas, acerca su pecho al mío al  ritmo de la música,  un gemido ahogado de su boca al rozarme, me excita. Su mano derecha, oculta por la barra, ha descendido por mi espalda,  sus labios casi rozan mi cuello al ofrecerme la copa que he pedido. El gran escote del vestido deja que sus dedos jueguen en mi piel, no puedo evitar que mis ojos se cierren, su recorrido desciende por ella.
Mi corazón se acelera, ciento deseos casi incontrolables, mi cuerpo me traiciona dejando que su deseo  pasee por mí,  a su antojo.
El calor es intenso, me dirijo a Marta, salir a la calle es una necesidad en este momento. Ella no desea dejar  al chico con el que baila, mirándome con ojitos de pena, al final consiento y decido dejarla disfrutar. Ahora es el momento, Mario charla animadamente con mi ´´pretendiente´´, con paso acelerado me dirijo a la calle.
La madrugada  ha despejado la calle, apoyada en la pared, busco el aire fresco que apague  mi  fuego, hace frío, la copa  apenas aplaca el calor del que he huido. La  excitación que me provoca su cercanía hace que lo desee, el aroma que desprende, el tacto de su mano me ha humedecido.
La puerta se abre, mi respiración se paraliza. Con su  mirada fija en mí, camina seguro, me sonríe y yo a él, no quiero parecer la niña tonta, sin decir palabra su cuerpo aprisiona el mío contra la pared.   Su mano izquierda sobre mi hombro limita mis movimientos, su rodilla entre mis piernas  poco a poco ha ido separándolas. Sus dedos,  con  maestría, no tardan en jugar con mi vestido.
Mi pierna comienza a subir  por su …








Puedes leer la primera parte de este relato aquí: Un juego peligroso

Puedes leer la tercera parte aquí: Un juego peligroso (tercera parte). Batalla de poder

Enmanuell 24 de Octubre de 2013

martes, 22 de octubre de 2013

Mi ritual sabor a rosas



Anoche, después de un día bastante ajetreado, me apeteció mucho una ducha, mi ducha.
Tres velas  fue lo primero que prepare, puestas sobre un mueble blanco, cada una una olor diferente cada una una sensación diferente. Encendí las tres, apagando la luz para que fuera solo su destello el que iluminara mi baño.Me dirigí hacia el espejo, ambientando mi baño con música escogida para ese momento.
Me vi frente al espejo, mirándome, desnudándome poco a poco, mientras lo hacia mi baño se traslado de lugar, ya no estaba sola.......
Mi cuerpo frente al espejo ya desnudo hacia que deseara que unas manos lo acariciaran, mi piel estaba sensible a los recuerdos , acaricie mis pechos y mi cuello,los recuerdos eran demasiado recientes.
Me dirijo hasta la ducha, un poco fría el agua, un giro y ya estaba en su punto, caliente para recorrer mi piel. el vaho comenzó a llenar mi baño, las luz de las velas  y la música hacían que fuera especial.
El agua caía por mi pecho, por mi espalda mientras mi imaginación te traían a mi lado, una sonrisa mirando el champú con olor a rosas, en mi mano un poco de ilusión y deseo, la lleve hacia mi cabello  acariciándolo como nunca lo había echo, ese olor, ese mágico olor tan parecido a tu piel, tan suave como tu piel hizo que mis manos bajaran por mi cuello hasta mi pecho impregnando mi piel y mis sentidos. La música hacia que mi cuerpo se balanceara mientras mis manos jugaban por mi cuerpo, mis manos no eran mías eran tuyas y mi piel se erizaba.
Un poco de agua dejando caer la espuma por mi cuerpo, dejo paso al siguiente liquido que rozaría mi cuerpo, aceite de almendras dulces, sobre la piel mojada, mi cuerpo húmedo, resbaladizo hacia que mis manos no desearan dejar de masajearlo, la música hacia que mis gemidos se confundieran y solo fueran míos.Se convirtió  de forma necesaria en el sonido del deseo.

Otra vez frente al espejo, secaba cada centímetro de mi, sin prisas, primero mi cuello, mi pecho, mis caderas , mis piernas una a una, subida sobre el mueble del baño, llegando a mis pies acabando en mis dedos, no tenia frió, yo misma desprendía calor.
Un poco mas de magia en mis manos, esa magia que hace que te desee sabiendo que quieres compartir mi baño, tu body milk paso a ser el principal punto de mi atención, que suave que fragancia................... te necesitaba.
Mi perseverancia,,,,   que fuera tu aroma la que perdurara en mi, durante bastantes minutos deje mi cuerpo con tanta calor que era imposible aplacar con nada, frente al espejo te veía tras de mi.
Me mantuve desnuda algo mas de tiempo, peinando mi cabello  y secándomelo, imaginando como recorrería tu cuerpo, mis labios sedosos saboreando tu cuerpo, mi cara que tu acariciarías con mimo, mi cuerpo vibrando junto al tuyo , todo seria un juego deseado por los dos.

Anoche, tu, estuviste en mi baño y me encanto.





Mi ritual sabor a rosas



Anoche, después de un día bastante ajetreado, me apeteció mucho una ducha, mi ducha.
Tres velas  fue lo primero que prepare, puestas sobre un mueble blanco, cada una una olor diferente cada una una sensación diferente. Encendí las tres, apagando la luz para que fuera solo su destello el que iluminara mi baño.Me dirigí hacia el espejo, ambientando mi baño con música escogida para ese momento.
Me vi frente al espejo, mirándome, desnudándome poco a poco, mientras lo hacia mi baño se traslado de lugar, ya no estaba sola.......
Mi cuerpo frente al espejo ya desnudo hacia que deseara que unas manos lo acariciaran, mi piel estaba sensible a los recuerdos , acaricie mis pechos y mi cuello,los recuerdos eran demasiado recientes.
Me dirijo hasta la ducha, un poco fría el agua, un giro y ya estaba en su punto, caliente para recorrer mi piel. el vaho comenzó a llenar mi baño, las luz de las velas  y la música hacían que fuera especial.
El agua caía por mi pecho, por mi espalda mientras mi imaginación te traían a mi lado, una sonrisa mirando el champú con olor a rosas, en mi mano un poco de ilusión y deseo, la lleve hacia mi cabello  acariciándolo como nunca lo había echo, ese olor, ese mágico olor tan parecido a tu piel, tan suave como tu piel hizo que mis manos bajaran por mi cuello hasta mi pecho impregnando mi piel y mis sentidos. La música hacia que mi cuerpo se balanceara mientras mis manos jugaban por mi cuerpo, mis manos no eran mías eran tuyas y mi piel se erizaba.
Un poco de agua dejando caer la espuma por mi cuerpo, dejo paso al siguiente liquido que rozaría mi cuerpo, aceite de almendras dulces, sobre la piel mojada, mi cuerpo húmedo, resbaladizo hacia que mis manos no desearan dejar de masajearlo, la música hacia que mis gemidos se confundieran y solo fueran míos.Se convirtió  de forma necesaria en el sonido del deseo.

Otra vez frente al espejo, secaba cada centímetro de mi, sin prisas, primero mi cuello, mi pecho, mis caderas , mis piernas una a una, subida sobre el mueble del baño, llegando a mis pies acabando en mis dedos, no tenia frió, yo misma desprendía calor.
Un poco mas de magia en mis manos, esa magia que hace que te desee sabiendo que quieres compartir mi baño, tu body milk paso a ser el principal punto de mi atención, que suave que fragancia................... te necesitaba.
Mi perseverancia,,,,   que fuera tu aroma la que perdurara en mi, durante bastantes minutos deje mi cuerpo con tanta calor que era imposible aplacar con nada, frente al espejo te veía tras de mi.
Me mantuve desnuda algo mas de tiempo, peinando mi cabello  y secándomelo, imaginando como recorrería tu cuerpo, mis labios sedosos saboreando tu cuerpo, mi cara que tu acariciarías con mimo, mi cuerpo vibrando junto al tuyo , todo seria un juego deseado por los dos.
Anoche, tu, estuviste en mi baño y me encanto.


lunes, 21 de octubre de 2013

Maltrato

Hoy he visto, en el segundo canal de televisión española, un programa del cual el contraste de las imágenes me hace pensar en mi madre y todas las  de su época fueron educadas. En el mismo programa he visto el machismo de los hombres descubierto en noticias de asesinatos de esas mismas mujeres.
¿De  verdad hemos cambiado esta sociedad? ¿No continúan las mujeres muriendo a manos de sus ´´parejas``?
En los años 70 éramos criados acallando  golpes de hombres machistas. A partir de los 80 las mujeres morían por ser libres o simplemente por deseos de hombres que no sabían valorar lo que tienen, todos hemos sido ´´victimas ´´ del machismo. Ya sea de padres, hermanos o parejas.
¿Debemos  someternos a sus deseos de poder? ¿ Es justo que mueran mujeres por la poca autoestima de un hombre?
Hemos luchado por mantener una  familia a costa de todo, dejando confundir, estabilidad de los hijos por sumisión de la mujer.

Mi madre fue maltratada, hoy en día mujer sumisa, No quiero heredar su futuro


Maltrato

Hoy he visto, en el segundo canal de televisión española, un programa del cual el contraste de las imágenes me hace pensar en mi madre y todas las  de su época fueron educadas. En el mismo programa he visto el machismo de los hombres descubierto en noticias de asesinatos de esas mismas mujeres.
¿De  verdad hemos cambiado esta sociedad? ¿No continúan las mujeres muriendo a manos de sus ´´parejas``?
En los años 70 éramos criados acallando  golpes de hombres machistas. A partir de los 80las mujeres morían por ser libres o simplemente por deseos de hombres que no sabían valorar lo que tienen, todos hemos sido ´´victimas ´´ del machismo. Ya sea de padres, hermanos o parejas.
¿Debemos  someternos a sus deseos de poder? ¿ Es justo que mueran mujeres por la poca autoestima de un hombre?
Hemos luchado por mantener una  familia a costa de todo, dejando confundir, estabilidad de los hijos por sumisión de la mujer.

Mi madre fue maltratada, hoy en día mujer sumisa, No quiero heredar su futuro

Un juego peligroso


Un juego peligroso.


Terminan las clases, ya he recuperado una de las dos asignaturas pendientes. Solo me resta un año para cumplir los dieciocho. Debo estar a la hora convenida para que me recojan, mi padre termina de trabajar a las dos y me iré con él a casa. Camino por la larga alameda orgullosa de mi trabajo en los exámenes, en el trayecto algunos chicos me miran y yo, como buena chica, sonrió al sentirme observada por ellos.
Mi padre me espera impaciente, llego tarde y él debe volver a trabajar. Percibo una mirada recorriéndome, al girarme un chico me sonríe ruborizándome, es su primer día de trabajo con mi padre. Moreno, de unos cuarenta años, alto, musculado, la piel bronceada de los interminables días al sol, mi respiración se acelera y él lo percibe.
La noche es calurosa, el deseo que ha despertado ese hombre en mí , ha hecho que mis dedos liberen todo el deseo contenido durante el día, imaginar sus ojos sobre mí al acariciarme me estremece. Soy esclava de su mirada y me dedico a complacerle.
El nuevo día empieza con una ducha bien fría, necesito despejarme. Varias prendas que he cogido están sobre el lavabo, no sé qué elegir, dudo un momento y una sonrisa aparece en mi cara, el vestido negro, es corto ajustado, el escote me queda genial insinuando mis pechos, siempre consideré que eran grandes, y el tiempo me ha dado la razón.
El examen de recuperación no ha salido como debería, tendría que haber estudiado un poco más anoche, me he quedado en blanco y he salido antes de la clase. Estoy de mal humor, le diré a mi padre que me lleve a casa.
Mis pasos disminuyen al llegar a la fachada que están arreglando, subido sobre el andamio está el chico de ayer, mucho más atractivo, mi cuerpo tiembla, la respiración se acelera, mis pechos luchan por salir del vestido por la excitación. ¿Seré capaz de jugar con él?
Mi padre se ofrece a llevarme, le respondo que falta poco para la hora, esperaré. Subo al coche, la mirada del chico me sigue. Sé que le gusto, su pantalón de trabajo lo delata.
Abro la puerta del coche, podría sentarme en el asiento del copiloto, decido no hacerlo, no vería mi juego y deseo ver su reacción. Deslizo el respaldo del asiento recostándolo despacio, lo miro al hacerlo, sus ojos cambian de color, ahora es de un fuego intenso.
Mi vestido, al recostarme, se desliza por mis piernas insinuando movimientos fugaces que él atrapa con la mirada.
El jefe de obra, mi padre, le habla y él no lo escucha, mi sonrisa sostiene toda su atención y su cuerpo. Con un gesto, su conversación con mi padre, es fluida y me siento en un segundo plano. La radio me acompaña, una melodía que me gusta comienza a sonar y yo la tarareo, desde el andamio el rudo albañil se dirige a mí, - si quieres te invito a uno de los conciertos que dará aquí cerca-. Mi padre es el primero en responder, son amigos desde siempre y confía en él.
Decido negar su invitación, aunque me apetecería mucho. Llega la hora y él se despide de mí con una sonrisa penetrándome de tal forma que me humedece.

Durante la semana……

viernes, 18 de octubre de 2013

Un sueño hecho realidad

( Primera parte)

Un sueño hecho realidad
Acabo de llegar al nuevo piso, visto ahora tan vacío después de dejarlo los antiguos inquilinos me parece mucho más grande. Es un ático de una sola habitación, realmente no es importante, he salido tan deprisa de mi antigua vida que no he buscado mucho.
Lo que más me gusta del ático, son las vistas, solo uno de los edificios tiene la misma altura y el paisaje de la ciudad es una maravilla. Paso todo el día recogiendo las cuatro cosas que creí importantes, bajo a comprar a un supermercado cercano, más bien paseo compro los preparativos para hacer unos sándwiches  y una botella de vino ´´El Nido´´ es algo cara y…..yo lo valgo.  
Los ventanales del balcón son grandes, una pequeña terraza con una hamaca va a ser mi refugio esta noche. Dejo que el aire entre a raudales en el pequeño salón, mi ordenador  con mi canal de música me relajara y poder escucharla desde el baño, ventajas de ser todo tan comprimido.
Salgo de la ducha, frente al espejo impregno mi cuerpo con  mi bodi milk  ´´Roses 4 Reines´´ mi tesoro. Su aroma encoje mis entrañas, su suavidad recorre cada centímetro de mi piel disfrutando el masaje, he imagino  no ser yo quien lo da, el centro de mi deseo reclama atención y yo disfruto aplacando su deseo. Cepillo mi melena, dejo caer el camisón rojo por mi cuerpo y me dirijo a la cocina, este vino no es para tomarlo solo, lo sé, no me apetece comer nada, solo  saborear una copa en la hamaca.
El otoño se nota en las calles, desde aquí dedico cinco minutos a contemplar los movimientos ajetreados de las personas, doy un ligero trago a la copa, respiro hondo tumbándome en la hamaca.
El nuevo día acaba de empezar, cuatro pisos de escaleras  hasta llegar a la entrada, decido bajar por ellas. A la altura del tercer piso un aroma familiar sobrecoge  mis entrañas. Mi imaginación me está jugando malas pasadas sin dudarlo. Tras salir del portal me dirijo a mi nuevo trabajo, agradezco no saber nada respecto a todo lo que le concierne, hace que mi mente está ocupada y no piense en todo lo pasado.
Las nueve de la noche, vuelvo tras mis pasos, desde la calle y pasadas tantas horas el ático parece ahora mucho más alto, estoy muy cansada y decido subir en ascensor. Al entrar mis ojos se cierran, aspiro el aroma que desprende, tardó en reaccionar, ese aroma tan varonil despierta en mi la mujer que llevo tiempo intentando acallar. Mi mente viaja al pasado, cuando teniendo los ojos cerrados aspiraba el olor del pecho de mi amante disfrutando la excitación que despertaba en él, al cumplir cada uno de sus deseos.
Reviso mi bolso ya en el ascensor, he dormido toda la noche y estoy segura que algo me he dejado, se ha parado en el piso número tres, la puerta se abre, entran tres adolescentes, les sigue un maduro atractivo, con un perfil varonil y sonrisa pícara.
Me dejo caer en la pared del ascensor, es el, es mi galán, y me sonríe mirando mi cuerpo. Tras unos buenos días se acerca a mí, los niños están justo delante de nosotros mirando las tímidas que se cierran puertas y charlando de sus cosas. Yo no escucho nada, estoy petrificada, su dedo meñique roza mi mano cuando sale del ascensor, retengo un suspiro guardado que mi cuerpo libera al quedarme sola.
Su despedida casi me deja temblando, ¿o ha sido su mirada? Las puertas se vuelven a abrir levanto la mirada, está justo frente a mí,  sus ojos me penetran, mi cuerpo tiembla al notar su cercanía, se acerca sin decir nada, deposita un beso en la mejilla y sin más vuelve a salir del ascensor.
El día transcurre más deprisa de lo que yo quisiera, encontrarlo a provocado que la excitación que sentí por él, volviera esta mañana, recordando sus caricias y besos, recordando  todo lo que  del aprendí  el, cosas nuevas que  hicieron  mi cuerpo vibrar con tal intensidad  que acabe siendo sumisa de sus deseos.
El balcón del ático lo comparo con un túnel, frente a mí una zona verde, me apetece salir y recibir la brisa de la noche. Paseo por el con un solo pensamiento en mi mente, sus besos, unos niños juegan en la zona infantil, discuten por el turno y yo sonrió, decido sentarme en un banco cercano y disfrutar del espectáculo. La agudeza de los niños me embelesa.
El roce de una caria en mi mano me estremece, él, sentado a mi lado, observa mi reacción, sus ojos brillan con  la misma intensidad que lo hacían al tenerme sobre él.
Soy incapaz de articular palabra, es él quien mirando al chucho que pasea,  quien rompe el silencio.
 - Mi deseo y mi mayor temor se confirma, estas aquí y más cerca de lo que esperaba. ¿Cómo me has localizado?
Mis ojos comienzan a inundarse, ¿deseo? ¿Miedo? ¿Incertidumbre? No consigo articular  palabra, el continua hablando. …..


Enmanuelle 18 de octubre de 2013

 Si quieres leer la primera parte de este relato pincha aquí: Un sueño hecho realidad (segunda parte)


martes, 15 de octubre de 2013

Duda

Tengo una duda que embarga todo mi ser,, y es que,,, ¿¿ si yo sentí nacer para ti cuando te vi , porque ahora siento que lo soy todo sin ti??


lunes, 14 de octubre de 2013

El concierto

CONCIERTO

Cada sensación es diferente en sus palabras, me sigue y lo sigo , es una colaboración extraordinaria. Gracias Pedro por dejar que entre en tu mundo,
Llego tarde,,,llego tarde…..- Quedé para las nueve y me he retrasado, no tengo remedio, me encuentro con cualquier amiga y se me va el santo al cielo.
Esta noche voy de concierto, un grupo de amigas hemos quedado para las nueve, faltan quince minutos y yo sin arreglar. Me ducho sin mojar mi pelo (ya lo recogeré en una cola), todo va a cámara rápida y no puedo evitar reír dejándome caer sobre la cama al verme reflejada en el espejo que cubre gran parte de la pared. Mi pelo recogido sobre mi cabeza, la toalla que he escogido para secarme apenas me cubre, me falta una zapatilla y ni me había dado cuenta. El vestido marrón es el que me pilla a mano, es algo corto y un poco transparente pero ahora no me sobra tiempo, lo que si me apetece es ir cómoda en el calzado, botas marrones, una cola alta, un poco de brillo en los labios y lista.
Me han llamado más de diez veces, no he escuchado ninguna, mis manos atraen las llaves del coche, dejo mi bolso en el mueble del recibidor, abro la puerta y dejo tras de mi las prisas y el pasado cercano dispuesta a comerme el mundo en este concierto. En la calle, justo delante del portal de mi pequeño apartamento me esperan unas amigas en el coche de Paula, un auto desvencijado adornado con unos cuantos osos de peluche en la bandeja trasera del vehículo. Saludos para todas, Paula, Marga, Chusa y yo, la más atractiva, ¿por qué no?, porque yo lo valgo. Volviendo al terreno relatador, salimos chirriando ruedas dejando un hedor a neumático quemado al son de El Barrio y la versión de Tú Frialdad de Triana. Llegamos al lugar del concierto, las inmediaciones estaban repletas de personas agolpándose en la taquilla y entre las filas de personas para entrar al recinto.
-Vamos niñas, saquemos el tequila antes de entrar-, dice Paula.
-Metamos las que podamos en los bolsos, yo me quedo la de ron-, dice Marga. Bebimos un tapón de tequila, guardamos las bebidas en sus respectivos envases de plástico para deportistas y depositamos la compostura en la respectiva cola de personas. Al fin pasamos al interior del recinto, ni una palabra sobre las bebidas cuando los seguratas nos han registrado los bolsos. Nos ponemos lo más cerca del escenario, ya hay unas cuantas lobas acechando los primeros lugares de la primera fila.
Media hora o quizá sesenta minutos después comienza el espectáculo, saltamos cuando los músicos comienzan a tocar; en uno de mis saltos miro por encima de mi hombro derecho y lo veo, un chicarrón moreno, alto, de esos que se depilan, pero muy varonil, me quedo petrificada al verlo y él, me mira sonriendo. La bebida desinhibe mi mente y me acerco al chico a bailar a su lado, su imponente cuerpo danza a mi mismo son. Sonríe todo el tiempo, yo meneo la cabeza, río, me dejo querer. Olvido a mis amigas, lo pasan en grande y mientras disfruto del baile con el morenazo imponente. Compartimos mi bebida y después de acabar una canción que me pone como un barco de vapor lo dejo un rato para estar con las chicas. Bebemos, saltamos, bailamos poseídas por las vibraciones musicales y contagiadas por la euforia colectiva.
El moreno sigue en el mismo sitio que lo dejé, me mira, me devora con sus ojos marrones muy oscuros, le sigo el juego, me hago la interesante, esta vez que venga el a mi lado. Al rato el obediente chico viene a donde estamos las locas. Bailamos, mis amigas ríen y seguimos bailando al son de la música en directo. La danza hace que poco a poco acerquemos nuestros cuerpos, siento sus manos recorrer el mío, sus dedos en mi espalda me estremecen, las miradas intensifican el baile, la danza aprecia lujuria, gusto por la pareja de baile. El acercamiento desemboca en un beso, ¡qué digo un beso!, las lenguas entran en las grutas dentadas sin pedir permiso, él me agarra tan fuerte en un abrazo que me lastima, pero lo dejo hacer, besa de maravilla y su lengua me pone a mil por hora. Me tiene en el aire, el chico es fuerte, no soy una sílfide pero tampoco una figura redonda. El beso es duradero, bien aprovechado por nosotros, nos compenetramos al dedillo para pasar a palpar y apretar el trasero, lo tiene bien puesto, él con disimulo acaricia mis pechos y ahí, con el pezón entre sus dedos no me puedo contener, le tomo una mano y la introduzco en mi vientre, en sus ojos veo la excitación al notarme húmeda, muy húmeda. Lo tuvo fácil ya que no llevaba ropa interior.
El mini vestido que me he puesto es muy manejable. Entre tanta gente no se aprecia como una de sus manos ha ido subiéndolo con destreza ante el deseo que ambos sentimos, con su potente brazo me ha pegado a su cuerpo; tener mi piel desnuda pegada a su vaquero notando su excitación me derrite. Quiero provocarlo más y subo mi pierna por la suya in crescendo. Mis pies no tocan el suelo, me muevo entre la gente en volandas, he quedado abrazada a su cuerpo por mis piernas y es él quien busca desesperadamente un rincón más íntimo para los dos. El tequila, la excitación o simplemente el deseo van guiando mis manos por su cuerpo. Su camiseta cede sin mucho trabajo. Miro a sus ojos cuando decido bajar a su cintura, su respiración entrecortada me alienta a seguir, sus pasos son cada vez más rápidos.
Mis dedos serpentean por su cintura, ágiles encuentran el camino que busco, sin pensarlo agarro con ardor lo que deseo. Sus pasos se han detenido en seco, me mira, su lengua entra en mi boca, de la misma forma quisiera que otra parte de su cuerpo entrara, estoy juguetona, muevo mis caderas sobre su excitación. Ni me he enterado donde estamos, al apoyarme en una superficie dura caigo en la cuenta de que estamos solos detrás del escenario en la pared que rodea el recinto tras los camiones.
Sin tocar el suelo con mis pies nos besábamos, “este hombre aguanta bien mi peso”. Busqué entre sus piernas con una mano, y con la otra me abracé a su cuello. Su lengua y labios recorrían mi cuello, me dejó suavemente en el suelo, introdujo una mano en mi vientre, cuando notó mi ardor sonrió. Poseso apretó mis senos, primero uno, después el otro, los tomó con fuerza, ese ímpetu varonil me transportó a donde el deseo me llevó. Sus dedos acariciando mi vulva parecían patas de pulpo, pero yo quería más, apreté su mano introduciendo varios dedos dentro de mi convulsionado ser. Al mismo tiempo, sin preámbulos saqué su virilidad totalmente erecta y mi mano la hizo mía. La moví, lo hice gemir, jadeamos juntos, deseé llevarlo hasta el cenit antes de “empalarme”. Con sus dedos enjugados de mí, los compartimos, los lavamos con nuestras salivas, lenguas y labios.
De pronto se apartó, nos miramos, se acercó para besarme y me levantó lo suficiente para entrar de una sola estocada en mi caverna del amor. Sus brazos y manos me sostuvieron pegada a la pared, mis piernas lo rodeaban con fiereza, mordió mi cuello con una pasión y salvajismo sin experimentar aún. Me embistió sin cuidado, feroz muy feroz, pero al tiempo me transportó al cenit, al éxtasis nunca percibido. Una vez, dos, tres hasta perder la cuenta de las convulsiones sentidas con el amante moreno. En estos instantes me vi como O, poseída por el Lord en el apartamento londinense, incluso maltratada como ella. Pero mi amante no era un Lord, era un dios, Dioniso me estaba clavando su hombría a un ritmo frenético, y yo, su esclava no hice otra cosa que obedecer al goce conjunto. En las idas y venidas, mi vientre se contrajo tantas veces que sentí flaquear mi cuerpo, estuve a punto de dejarme vencer..., cuando..., me depositó con tibieza en el suelo; allí de pie adiviné su petición, y adoré a mi dios arrodillada extrayendo de él la esencia requerida por el acto.
Como a un dios te amé, como un dios te adoré y como una esclava te serví, mi Dios.

Un relato perpetrado por Enmanuelle L y Pedro Molina.

Martes, quince de Octubre de dos mil trece.

Región de Murcia.

viernes, 11 de octubre de 2013

Valores

Buenos días mundo, vivimos rodeados de ´´obligaciones´´donde no valoramos las pequeñas cosas. Con una simple mirada nos hacemos  una idea de como es una otra persona a la cual no conocemos. Enseño a mis hijos ( al menos lo intento) a detenerse un simple momento y observen todo el gran mundo que los rodea, intento enseñarles que por muchas veces que te decepcionen continúen teniendo fe en las personas,. Equivocarse es aprender y valorar. 


miércoles, 9 de octubre de 2013

Lo necesito



Lo necesito ahora mismo. Necesito que te acerques, y me beses muy despacio en el cuello, un beso húmedo y caliente, sentirte resoplando en mi nuca. Necesito que me desnudes por detrás, que me acaricies muy despacito, con la punta de los dedos, sin dejar de besarme el cuello. Y que me des vuelta, me empujes sobre la cama y me beses de forma salvaje, como sólo tu sabes hacerlo. Que bajes por mi cuello, te detengas en los pezones y los muerdas y succiones, y decidas seguir. Que me muerdas las ingles, justo en el lugar que tu  sabes. Levantar la pelvis, sugerirte cuando ya no hace falta: vas directo ahí. Y succionas mi clítoris, y lo muerdes, y después tu lengua hace movimientos casi imperceptibles que hacen que la ola interior de placer que siento se acreciente. Y recién ahí hablo "Lo quiero. Ahora". Y que me acaricies, y ya es "ahora". Sentir como llenas el vacío, hasta el fondo. Una y otra vez. Una y otra vez. Y te muerdo los hombros, el cuello, los brazos. Clavo mis uñas en tu espalda hasta que me dices que te duele. Y parás Y vuelves a bajar. Y siento que voy a explotar, que "más te vale no parar ahora" y esta vez no me importa lastimarte ni a ti te importa que te lastime. Porque cuando llega el momento, cuando creo que ya no puedo soportar más, necesito algo que me sostenga en este mundo, que evite que me caiga. Porque en este momento siento que si dejo de agarrarme a ti, caigo en un pozo profundo, en el cual sólo puedo sentir las oleadas que provienen de dentro mío. Pero claro que no paras. Nunca lo haces. Vuelves a metérmela cuando yo todavía no me he recuperé del primer orgasmo y de nuevo empiezo a sentir los picos de placer, que voy subiendo y subiendo en una escala infinita. Y de nuevo no aguanto más, y la sangre se va de mi cabeza y empiezo a sentirme rara. Y cuando llego al orgasmo, te pido que pares. Que me dejes descansar. Que tenemos toda la vida para follar hasta el agotamiento. Eso es lo que necesito. Que alguien me de placer hasta que tenga que pedir "ya no mas, por favor"

Mostrar menos

lunes, 7 de octubre de 2013

Te deseo


Mmmmm que fría está el agua al rozar mis pies. Aquí estoy mirando el mar en pleno invierno, el agua salada y fría acaria mis pies. Mi mirada perdida en el infinito del mar, me siento bien, soy plenamente feliz en este momento.

Miro tras de mí, continuas al teléfono, una sonrisa tuya me tranquiliza, has conseguido mantener nuestro secreto, mi vista se dirige otra vez al infinito. Mis dedos recorren mis labios, los mismos que has devorado desesperadamente.

 Me ha pasado a mí,  una chica normal como yo, cierro los ojos, el aire del mar me inunda. Siento unos brazos rodear mi cuerpo, tus brazos, lo primero que conocí de ti y desee, esos brazos fuertes, cálidos y sedosos a la vez que me hacen subir a una nube .

 Tus labios sobre mi cuello dejando un beso, hacen que mi ser se contraiga, tus palabras preguntando como estoy. Haces que sienta que soy única.

Coges mi mano caminado hasta un rincón oculto de la playa, paseamos mirándonos, intuimos cada una de nuestras palabras no dichas.

Te has descalzado, caminas junto a mí, incluso el relieve de la playa parece ser cómplice de nuestro encuentro fugaz,  uno de tus brazos rodea mi cintura, la respiración se me para, tus labios acercándose a mi consiguen sacar  un suspiro de mis entrañas, como te deseo.

Disfrutas sintiendo que soy tuya y yo disfruto complaciendo tus deseos, rodeados de gente extraña solo estamos tu y yo besándonos con pasión.  Tus pasos me guían hacia tu vehículo,, mi respiración se altera con tus palabras y el roce de tu mano acariciándome con ese toque de picardía que me vuelve loca en tu mirada.

 Al sentarme me ´´ ordenas´´ dejar libre mi deseo, dejo mis dedos acariciar tu pecho, rozar tus labios, miro tus ojos provocándote. Tu deseo es superior al mío, coges mi mano de forma autoritaria, la guías a tu entrepierna sobre tu pantalón, cierro mis ojos al notar tu erección.

Te apoderas de mi boca, soy tuya.

Tu mano subiendo por mi pierna, tus labios desafiando mi control sobre mi misma, mi mano desabrochando tu pantalón y acariciando tu verga con la palma de la mano impregnada de mi deseo.

Con un movimiento casi impredecible tu cuerpo cae sobre el mío, me abro a ti como una flor en primavera, tus labios continúan jugando con los míos. Tu verga riega mi clítoris al rozarlo, me castigas sin saber el motivo y yo dejo que mi cuerpo se derrita ante ti.

Tus ojos desean que mi boca te deleite, que  mis labios te saboreen como estoy desando hacerlo .

No necesitamos hablar solo disfrutar el uno del otro, un sexo que se complemente dejando que solo sea el deseo quien marque el final.


  

Superación...


´La vida es tan injusta porque esta llena de obstáculos.  Cada día te ponen a prueba haciendo posible demostrar a propios y extraños la capacidad de sufrimiento y adaptación de la que somos capaces y es descomunal.... y es que  la vida no es mas que un duro camino hacia la muerte , momento de ´´descanso´sin vuelta atrás, del que se supone que algún día volveremos a reunirnos con los que  un día amamos y  dejamos atrás por un breve periodo de tiempo´ -----



Una fotografía premonitoria

Esta foto fue realizada por mi hija, me identifico con ella. Mi luz se apaga después de haber brillado al mismo tiempo que la de mis hijos incrementa superándome.  Juanjo Mediavilla, esta podría ser la foto a la cual me refería.  

jueves, 3 de octubre de 2013

HISTORIA DE VERANO



Escribir es mi pasión, hacerlo con un escritor con el que te complementas, es todo un placer.


-Buenas tardes, soy María Fernández, tengo una reserva-, dijo la clienta recién llegada al hotel.
-Buenas tardes, espere y busco su reserva señorita-, dijo el recepcionista. El revuelo a principios de Julio era notable en el Hotel Príncipe Felipe, concretamente dentro del complejo La Manga Club, un lugar exquisito al que ella podía acceder dado su trabajo de funcionaria de prisiones.
-Su habitación es la 169, tome su tarjeta para abrir la puerta de la habitación y que tenga buena estancia, gracias-, dijo el mismo empleado del hotel. “Ésta chica me suena de algo”, pensó el recepcionista.
En su habitación, lo primero que hizo fue salir a la terraza y ver el enclave del hotel en el complejo, “esto es maravilloso, lo tengo todo”, pensó. Entre sus planes estaba darse un homenaje en el Spa, comer exquisiteces y sobre todo mucho descanso. Deshace la maleta, coloca la ropa en el armario y sale a beber algo frío. “Lobby Bar, no está mal”, entra y va directa a la barra, pide una caña bien fría. “El recepcionista me suena, no sé de qué”, piensa mientras bebe un sorbo de la bebida de cebada. Mira a la poca gente que hay en el bar, todos están en la piscina o en la playa, pero ella decide descansar, mañana irá a la piscina.
Una ducha, aceite corporal para hidratar la piel femenina. Un masaje templado añadiendo el aceite lentamente, un vestido blanco de lino, melena suelta, un poco de maquillaje, muy sutil..., carmín. Sentada en la cama calza sus pies con una sandalias a juego con su color de piel, blanca pero no lechosa, dorada pero no caoba. El restaurante es amplio, bien ambientado con música suave pero no chill out, la detesta nuestra señorita. Comienza por un aperitivo de salsa de ostras, acompañada con vino blanco, un ribeiro frío. Mastica despacio, muy sensual, es una mujer impúdica y eso los hombres que saben apreciarlo lo notan. Ingiere sin prisas, no la espera nadie, hace mucho tiempo que no disfruta tanto de una cena en silencio y sin premura. Los comensales entran y salen de la estancia, unos la miran y otros no, no le importan en absoluto las miradas, no desea contacto de ningún tipo con nadie, es una mujer liberada y piensa disfrutarlo. El postre, “oh divino postre”, un dulce suave, casi erótico, mango con chocolate blanco. “Tiene un toque de yogurt, creo que es griego”, piensa al tiempo que introduce la cucharilla en su boca, paladea, disfruta el manjar lentamente. Al acabar deja propina en la mesa, y durante la salida del restaurante se siente plena, libre en su vestido en el día de su liberación. “Me apetece una copa”, así que se dirige al piano bar. Pide un mojito y se relaja a escuchar la música de piano, algo de jazz cree escuchar. Ha visto el cartel de prohibido fumar, así que sale a la terraza a beber y fumar un cigarrillo, beber sin fumar no es lo suyo. El cansancio la avisa de que el sueño está llegando, acaba su bebida y va a su habitación, está loca por dormir para recobrar fuerzas. Antes de desvestirse sale a la terraza de su habitación y enciende otro cigarro apoyada en la barandilla. El recepcionista que cree conocerla está bajo su terraza charlando y fumando con alguien que ella no puede ver, las palmeras lo ocultan. “¿De qué conozco a ese chico?”, piensa mientras aspira el humo exhalándolo después. El chico despide a su pareja de conversación y antes de apagar su cigarrillo mira hacia arriba, sorprendiendo a María como lo observa, en la penumbra la distingue como una diosa griega con el vestido blanco. Durante unos segundos no parpadean hasta que la realidad los devuelve a sus particulares mundos. Apagando el pitillo recuerda una promesa que se hizo a si misma, “a partir de hoy haré lo que desee con mi cuerpo”. Pero no sabe que hacer, "el chico no está mal" piensa, pero el cansancio la aborda de nuevo y entra totalmente desnuda en la cama. Entre las sábanas se siente segura y deja que el sueño se adueñe de su cuerpo y su mente.
El nuevo día florece, María recibe una ducha iniciando la nueva jornada de descanso en el Paraíso. En su mente anida el chico-recepcionista, la tiene mosqueada porque no sabe de qué lo conoce, pero lo averiguará. Lo busca en recepción y no lo ve trabajando, “tendrá otro turno”, piensa al tiempo que se dirige a desayunar. La mañana transcurre muy apacible en la piscina, baño, sol y viceversa entre miradas a los chicos y hombres que pasan ante sus ojos, pero el recepcionista no se le va de la cabeza.
“He venido a descansar y olvidar, no tengo tiempo ni ganas de conocer a nadie”, piensa en la tumbona que la soporta bañada por el sol. Una pamela blanca la protege de los rayos directos del sol y un biquini negro es su única vestimenta. Una caña la acompaña, bien fría como le gusta. A lo largo de la mañana la curiosidad la tiene en vilo. Busca su móvil de última generación con conexión a internet y abre la única red social que frecuenta decidida a encontrar al misterioso chico. Busca, busca entre sus contactos…
-Ajá…, aquí estás…, Pedro Martínez te llamas. No estás nada mal-, murmura en voz baja. Continúa el baño de sol y agua en la piscina. El mediodía deja que el astro rey esté en su cenit y decide ducharse para comer algo diferente a su menú habitual. Su mente, o su liberación la hacen ataviar su cuerpo sinuoso con un pantalón corto negro y una camiseta blanca de los Stones que compró en su último viaje a Londres en Semana Santa; recoge su cabello en una cola de caballo, casi sin maquillar entra al restaurante hambrienta de ingerir alimentos o simplemente algún plato nuevo. -Que buena está la cerveza-, comenta para si mientras espera su menú. Primero un aperitivo a base de almejas con una salsa de piñones y pimienta. De primero pide ensalada y de segundo caldero, ese arroz de sabor fuerte hecho con caldo de pescado de roca embadurnado con ajo murciano, todo un manjar para una mujer de gustos fuertes. Disfruta de la comida como hace tiempo que no lo hacía. No pide postre porque ha pensado en tomarlo fuera, en la piscina.
El helado de la marca equis, chocolate con almendras que tanto le gusta, lo degusta en la tumbona que casi lleva su nombre al típico resol murciano. La tarde pasa y el tedio se adueña de María. “Ya está bien de tanto sol, voy a ver si está Pedro”. Entra en el vestíbulo pensando eso mismo con su biquini negro y un pareo a juego atado a la cintura. Y allí está el chico, moreno, alto de facciones suaves pero varoniles. El mismo chico con el que ha “hablado” tanto en la red social y casi no ha podido identificar. Espera a que los clientes sean atendidos para entablar conversación con él, -si no actuaba mientras charlaban en internet, es bastante agradable y sincero-. Ahora que está solo aprovecha, se acerca con parsimonia, recreándose en su propio andar.
-Hola Pedro, ¿sabes quién soy?-, le pregunta mientras él está enfrascado en su labor.
-Hola, reconozco que me suenas, pero no caigo ahora-. La decepción la aborda por momentos, pero sigue adelante, justo antes de seguir hablando…
-Claro, eres María. No te había reconocido y que casualidad que te alojes aquí-. Por fin “ha caído” el incauto chico moreno.
-Bien, muy a gusto aquí. Me preguntaba si podríamos tomar esa copa que tenemos pendiente tanto tiempo-.
-Claro, esta noche libro. Si quieres podemos quedar en La Manga, aquí no, me conoce todo el mundo. Te digo la hora por La Red-.
-Hasta la noche Pedro. Chao-. Se despide con aires victoriosos. Tiene poco tiempo, toma una ducha sensual, suave, templada, se recrea depilando sus piernas y partes íntimas. Lava su cabello rubio, lo deja secar al aire mientras lee en la terraza Pídeme lo que quieras con un cigarro entre los dedos. Tras una cuantas páginas revisa la Red en su móvil y ahí está el mensaje de Pedro. A las diez la espera en el Zoco de La Manga. Le quedan dos horas para vestirse y cenar, no tiene prisa pero tampoco debe dormirse en los laureles.
A la hora de la cena perfuma su cuello con una colonia fresca, discreta como ella misma. Una cena ligera, unos espárragos trigueros con mayonesa y salmón a la plancha acompañados con tónica, ya que tiene que conducir no desea beber.
Subida a su coche tarda diez minutos en llegar al lugar, más otros diez en aparcar. Consigue llegar al Zoco y allí está él, Pedro la espera sentado en un banco del Bulevar rodeado de locales de copas. Siempre le había parecido atractivo al mirar sus imágenes a través de la Red, pero esta noche al mirarlo, recuerda algunas de las conversaciones mantenidas y muerde su labio al sonreír.
Tras saludarse con besos en las mejillas entran a un local a tomar algo frío, la noche es calurosa. Charlan, ríen tímidamente, la tensión se nota entre ellos, siempre se han comunicado a través de La Red.
Momentos después, María se da cuenta de la mirada de Pedro, sus ojos recorren sus labios y su escote, al percatarse que ella lo observa le dice sin más: -compruebo que es verdad todo lo que describías sobre ti-. Ante esta afirmación María arquea la ceja derecha en busca de una aclaración, Pedro sonríe fijando sus ojos claros en las manos de su acompañante sin atender a la petición gestual femenina.
Ella ríe sensual, pícara, siempre le había dicho que no se consideraba guapa, más bien atractiva, y así era, sus labios son carnosos e incitan a ser besados, su sonrisa es casi permanente, nerviosa, su escote es tal y como ella le había detallado milímetro a milímetro en las conversaciones picantes de La Red, porque las hubo, decir otra cosa sería falso. Durante la estancia en el local las cervezas, una para cada uno son ingeridas con lentitud, parece que ninguno desea que se acabe su respectiva bebida, las miradas acentúan la animada conversación conocedora de chateos anteriores, ahora cara a cara. Ninguno atisba timidez, pero la hay, los dos sienten pequeños escalofríos, incluso frío, y hace calor, mucho calor. Miradas a las manos por parte de él, miradas a los ojos azules y labios por parte de ella dejan que los ánimos se relajen y pasen a disfrutar de la compañía mutua. María no desea conocer a nadie durante sus vacaciones, está disfrutando de su ansiada libertad, pero..., Pedro no es un desconocido, es un conocido de La Red, pues tiene ventaja charlar en la distancia.
Deciden salir del local, Pedro es todo un caballero abriendo la puerta para facilitar el paso de ella, el aroma del mar los envuelve, pasean sin prisas, entre risas y palabras sus manos se van acercando.
-Vamos a cenar a una terraza aquí cerca, ¿te apetece?-, pregunta Pedro con seguridad. María acepta en silencio observándolo y disfrutando del atractivo masculino. En la susodicha terraza refrescan los gaznates con otra cerveza, pero esta vez una jarra bien fría, pero antes, el hombre separa la silla para que la fémina se siente sin problemas, -la caballerosidad no riñe con la modernidad-, le comenta él entre risas. La brisa del mediterráneo los refresca, los prepara para las tapas, marineras, caballitos, matrimonios, tigres, ensalada murciana, montaditos, una cena “ligera” bien acompañada del líquido rubio. El coqueteo inofensivo, lujurioso sin pretensiones deja a los dos en una posición sensible cuando sus cerebros generan endorfinas de placer al comer y beber desinhibiendo sus cuerpos hacia un flirteo más intenso, poco a poco se deshacen de formalismos para conocerse mejor entre preguntas “inofensivas” para saber más el uno del otro, pero en su justa medida. Pedro ofrece a María un bocado de su marinera, ella, lo acepta y muerde la rosquilla cayéndole un poco de ensaladilla rusa dentro del escote, enrojece de pudor, pero él, ríe y la mira con deseo. Así transcurre la velada; al rato “huyen” del bar para pasear y seguir danzando.
Sin pensarlo, María quita uno de sus zapatos siendo seguida por Pedro, lo mira que a estas alturas la mira sorprendido, descalza se acerca a el dándole un beso fugaz en los labios, para después echar a correr hacia el mar riendo encantada.
Las olas se acercan y alejan de sus pies, ella encantada respira la brisa marina, nació cerca del mar y siempre ha necesitado estar cerca. Él se acerca a la fémina con paso seductor, ella lo mira riendo y recibe los labios masculinos en sumisión total al deseo de gozar del postre con el mar a sus pies, una escena soñada. Su cuerpo está abierto y así recibe la lengua en su gruta del deseo, como una yegua desbocada coge el mando despojándolo rabiosa de la camisa que cubre el torso masculino, adivina el abdomen marcado recorriendo con las yemas de sus dedos todo el torso apretando los pectorales...
-Ven, acompáñame-, pide María a su amante llevándolo al mar planchado.
Despojados de los ropajes en el agua tibia de la medianoche retozan entre besos y caricias íntimas, ella, asida a el por las piernas, lo rodea buscando la potencia masculina con las manos, él hace lo mismo, erguido para entrar con facilidad; una vez adentrado en la intimidad de María, embiste una, dos, tres, infinitas las veces que su verga retoza en el deseo femenino palpando la zona con ternura y fuerza a la vez. Besos, lenguas bailando al mismo son, al compás del goce y la lujuria exagerada por el movimiento del agua entre jadeos, mordidas y pedidas de más...
Allí, entre movimientos salvajes y agarradas de nalgas por las masculinas manos, el dios Dioniso los observa con una copa de vino en la diestra al son de la orgía de abrazos, embestidas, roce, besos y ahora..., lo inevitable acaba de llegar en espasmos dentro de ella para salir y llenar el mar de esencia masculina. Más besos entre la intensidad amatoria de ambos da paso a un baño relajado esperando el siguiente capítulo de locura in contenida.


Un relato perpetrado por Enmanuelle L y Pedro Molina. 

Jueves, tres de Octubre de dos mil trece.

martes, 1 de octubre de 2013

Gracias a ti





A ti, que me ayudas en la distancia, que las horas no importan cuando entre sollozos mi corazón te necesita,, a ti , que tu primer pensamiento  es para  mí.

A ti que tragas tu hombría solo porque yo te lo suplico, evitando así dar a mi vida el cambio que yo no me atrevo.

A ti que me sorprendes con tus palabras, con tus frases indirectas sabiendo que me harás sonreír,  a ti con quien puedo pasar horas de complicidad, risas y confesiones.  

A ti que vi tu primera sonrisa, tu primer llanto, hoy te doy las gracias de corazón.
Gracias por ser una parte importante de mi vida, gracias a ti empecé  a  ser quien hasta entonces no era-

Yo te he visto crecer, te he visto caer y volver a levantarte. Todos esos momentos que creí perdidos, vuelven a mí en cada lagrima.
Es hora  de que sepas la verdad,,,,, te quise desde que te conocí…..

Es toda una experiencia haberte conocido, todo eso eres y significas para mi….. Hermano.