lunes, 25 de noviembre de 2013

Tu ,, mi dueño.

Anoche me acompañaste en mis sueños.,

Frente a un acantilado, dispuesta a tomar una cerveza, disfrutaba en compañía de mis amigos.

El acantilado nos ofrecía la pasión de los que allí se atrevían a jugar con el peligro. Mesas pequeñas, me recordaban Paris.

Yo reía, admiraba y envidiaba sanamente a tan atrevidos seres.

Un saludo llamo la atención de mi amiga, un chico de verde promocionaba la cerveza que bebíamos, se acercó, con un cordial saludo amigablemente se acercó a ella, yo no decía nada.

Una voz familiar hizo que mis alertas se despertaran. Tu brazo sobre los hombros de tu amigo antes incuso de verme, al mirarme tu voz seca, al igual que la mía, nos hizo sonreír ante el saludo. 



Nuestras miradas fijas haciendo revivir cada uno de los momentos que compartimos, tu sonrisa tímida me hizo recordar el café que tomamos cerca de la playa. La pequeña mesa nos separaba, mis ojos centrados en tus labios ocupaban toda mi atención., siempre desee volver a jugar contigo y ahora se me ofrecía la oportunidad.

Un café caliente  entre mis manos te incitaba a mirarme,  mis labios humedecidos reclamaban tu atención.
El ambiente era cordial, todos reían y charlaban entre ellos y yo mantenía mi atención solo en ti.

Un traje color gris cubre tu cuerpo, siempre me gusto despojarte de cada una de esas prendas que tan seductor te hacían ante mí. La conversación de mis amigos fluye, tu mirada y la mía nos traslada a un mundo de deseo. Dejo que mi pie busque tu  pie, accedes gustoso a mi juego dejando que suba por tu pierna. Noto el fuego en tu mirada al mirarme, me deseas como yo a ti. Solo es necesario un leve movimiento de tu boca para dibujar el camino que debo seguir.,

Me disculpo dirigiéndome a uno de los baños apartados. Segundos después una de las sillas  se aleja de la mesa, es la tuya.

Tus pasos firmes se acercan a baño de las chicas, te espero con la puerta entreabierta, mi sonrisa reafirma lo que deseo de ti. Mis manos suben por mi pierna levantando mi falda. Sin decir palabra diriges mi cuerpo hacia la pared, tus dedos rozan el centro de mi deseo haciendo que tu sonrisa aparezca.
Soy una mujer ardiente en tus manos y tú sabes cómo hacer que mi voluntad sea tu voluntad.
Rozas desesperadamente mi cuerpo contra el tuyo, disfrutas tu poder sobre mí, mis ojos vidriosos  suplican ante tu mirada firme.

Uno de tus dedos me recorre haciéndome temblar. Tu deseo de dominarme me mantiene sin poder moverme, dejo que seas tú quien  me penetre sin mediar la compasión. Tus gemidos aceleran  mis movimientos, la respiración que me produces me domina, te deseo.

Nuestros cuerpos cayendo ante el frió suelo hace patente el gran orgasmo que sentimos. Tu boca se acerca a la mía.  Mis fluidos corporales me desbordan, absorbes cada uno de ellos. Eres mi dueño y yo tu obediente sumisa.

Tu mano busca mi pecho pellizcando mi pezón erecto, te acercas a mi dejando palabras  que me inundan;´´ siempre he disfrutado haciéndote mía.´´













viernes, 22 de noviembre de 2013

¿ Porque no se para el mundo?


¿Porque no se para el mundo?

¿Porque no se para cuando alguien pierde una batalla imposible de ganar?

 ¿Porque no lo hace cuando se corta o se limita en un segundo una vida?

¿Cómo se afronta que alguien  diga  ´´ eres un número y no podemos hacer nada por ti´´ en una sanidad pública?

¿Cómo se afronta que se pase por ser una persona desequilibrada cuando tu único ´´ método ´´  para salir de la tristeza es reír?

¿Cómo se afronta la soledad cuando más necesitas a los demás?

¿Cómo se afronta que unos niños lloren o sufran y no poder hacer nada?

Las personas no sienten empatía, ni consideración con los más necesitados (no importa el grado de necesidad) una persona puede ´´romperse´´ cuando siente el rechazo de los demás. Incluso de esa forma, se debe perdonar y entender a los que lo hacen.

No le encuentro sentido.

No se puede evitar ser uno mismo. Siempre hubo fuertes y débiles, personas con sentimientos y otras frías (que no los tienen o los ocultan por miedo al sufrimiento).

El mundo no se para, porque cada uno de nosotros tenemos nuestro propio mundo, nuestras propias necesidades, nuestros propios miedos e incertidumbres.

 El mundo no se para porque debe continuar girando.

Enmanuelle L 22 de noviembre de 2013






jueves, 14 de noviembre de 2013

No te equivoques


No te equivoques.

Que desazón, a plomo he vuelto a caer. No te equivoques, no es por ti, no ha sido tu traición la que me a echo volver a besar el suelo.

No te equivoques, las lágrimas que derramo no son por ti, son por mí, por volver a confiar sabiendo de antemano que me volverían a lastimar.

Me tienta buscarte, hablarte, sonreírte incluso saludarte, es entonces cuando vuelvo a leer tus palabras, palabras que me hieren como puñales.

Mi cuerpo grita en forma de lágrimas, lo que mi boca calla con impotencia.

Mi garganta retiene suspiros apenados. Mi rabia arde en mi estómago batallando salir.

Con cada nueva decepción mi corazón afloja su ritmo, por un segundo el sentido de la vida parece terminar.

 No te equivoques, no me he rendido. Volveré a levantarme, volveré a ser quien era con una sola diferencia, ahora yo, yo sé quién eres.



Enmanuelle L 14 de Noviembre de 2013



martes, 12 de noviembre de 2013

Un juego peligroso ( tentando al poder)

Que persistente es Noelia, por esa misma persistencia he cedido a lo que ella quería.
A primera hora de la mañana se ha asegurado de que no me falte ni el más mínimo detalle.  No me deja oportunidad para negarme. Iremos de piscina sí o sí.
Tras encajar el bañador en su sitio,  suspiro mirando al espejo, mis pechos son cada vez más sobresalientes. salimos al pasillo, el vello se nos eriza, el helor de la noche nos recrimina no llevar ropa. Al entrar en la gran piscina climatizada, Noelia me mira y me sonríe, continúo sin estar muy convencida y mi cara lo refleja.
Nuestro profesor es un chico de unos treinta años, esbelto y muy simpático. Nos da las pautas a seguir una vez dentro de la piscina,  no me queda otra que portarme como una chica buena y obedecerle. Los dos primeros largos las dos no los tomamos con calma,  los siguientes, somos más competidoras.
 Una mano acaricia mi cuerpo, rozándolo con suavidad bajo el agua. Al llegar al extremo de la piscina apoyo mi espalda en ella, una figura me mira desde el extremo contrario. Al levantar mis gafas, mi estómago se hace un nudo. El hombre que me despojo de mi virginidad me mira con una media sonrisa en su cara. Noelia me nota extraña. Apresurada se acerca a mí, ella no sabe nada de lo ocurrido, mi única contestación es tranquilizarla antes de salir y dirigirme al baño. Debo cambiarme y llegar a casa.
En los baños me apresuro a quitar mi bañador, frente al espejo repaso el recorrido de su mano con mis dedos, mis ojos cerrados vislumbran el bañador negro, ajustado a su varonil cuerpo. Un escalofrió me recorre, por un momento he creído sentir su mirada sobre mí.
El agua caliente de la ducha me devuelve a mi estado normal. Al salir cubierta con la toalla mi respiración  se paraliza.
 Un mensaje en el espejo me cita ´´Tu mejor ducha será cuando sean mis manos las que te enjabonen ´´.
Continuo mojada y no hay forma de ponerme la ropa, calzado, ropa, toalla, todo amontonado en la mochila y salgo por la puerta casi sin darme cuenta de la presencia de Noelia. Me pide calma, necesita tiempo para cambiarse y acompañarme, insisto que no lo haga. En nuestra batalla un árbitro es el encargado de ´´ofrecerse´´ a llevarme. El otra vez, miro a mi amiga suplicándole con la mirada, ella también lo conoce y encantada se despide de nosotros quedando pendiente llamarme.
Nos dirigimos a su coche, en el trayecto coge mi mochila. Me sonríe al mismo tiempo que sus palabras intenta que el temblor de mi cuerpo desaparezca. Muy cortes abre la puerta del copiloto y me invita a entrar. Es el mismo el que abrocha mi cinturón, haciendo que su boca quede cerca de mi pecho, el suspiro que me produce le hace sonreír.
El coche se pone en marcha, por mi cabeza, mil formas de amarlo. Es tan mayor que su experiencia me atrae. La luz de las farolas atraen mi atención, no es el recorrido a casa pero no me percato, el conduce con seguridad y yo me dejo llevar. Una tras otra las luces pasan ante mi mirada, cierro los ojos al notar un roce en mi rodilla. Mi falda se va levantando con caricias tan suaves que casi no las percibo. Sus dedos suben mi falda, miro sus ojos, casi transparentes mirando la carretera, su seguridad me abruma, dejo que mi cuerpo caiga en el asiento del coche dejando paso a sus caricias. Mis ojos se cierran casi al mismo tiempo que mis piernas se abren, su sonrisa es patente, sus dedos saben jugar conmigo derritiéndome. Gemidos de mi boca atraen su atención acelerando el coche y su mano, hace que mi desesperación crezca. Sus dedos se dirigen a mi boca, deja que saboree mi jugo, sus dedos aceleran su juego.  Juega con el centro de mi deseo hasta conseguir  hacerme llegar al límite, sus dedos paran,  quiere ser el quien los ahogue y yo también.
Sus dedos recorren mi cuello, me acercan a él, besa mis labios con desesperación, guía mi cabeza a su entrepierna haciendo que muerda el tejido de su vaquero. El deseo puede a mi inexperta mano, acaricio su entrepierna, siento su temblor, me excita sentirlo. Desabrocho su cremallera, mis labios buscan su gran verga que ya conozco y ansió saborear.  
Cerca de la piscina un camino apartado refugia su pasión y la mía.  Bajo uno de los árboles que el bien conoce, apaga el motor de su coche, mi mirada se fija en sus ojos. Sonríe, sabe, quiere y puede jugar conmigo.
Su mano se mueve con agilidad, de pronto me veo sobre él, yo sin mi ropa interior y el dispuesto para entrar en mí. No dejo de mirarlo cuando lo hace, intento coger aire cuando me penetra, mi cuerpo se estremece mirando al cielo. Mis gemidos provocan los suyos acelerando sus movimientos más primarios.
Mis caderas obedecen mis instintos moviéndose en círculos buscando mi propio placer, sus manos sobre mis pechos, son mordidos sin piedad  por un hombre sediento de mí,.  Mi cuerpo sonríe a mi misma, soy una  mujer  apoderada de un hombre veinte años mayor que yo y cada  uno de mis movimientos provoca su deseo, mis caderas juegan con su virilidad dejando que su cuerpo  se entregue a mí, su boca mordiendo mis labios me lo hace notar, si ,,,,, desea.
Quince minutos después me deja cerca de casa, al abrirme la puerta una nota bajo mi falda me despide,,,,,, ´´te espero en la ducha,´´,,,, sus letras tendida en mi cama me hacen descansar con una sonrisa.








jueves, 7 de noviembre de 2013

Tu y solo tu


Nuestras palabras, siempre a través de una pantalla. Noches en las que me acompañaban en la oscuridad , solo con un atisbo de luz de mi ordenador.

Fantasías escritas entre los dos, deseos sabidos prohibidos, dos personas queriendo rayar el límite.

Tu deseo, tacones altos,  yo, solo con ropa interior, labios de color rojo pasión, deseosa de besar al hombre que me ha echo suspirar.

Me has conquistado , con citas virtuales eróticas, palabras que me han estremecido y dejado sin respiración.

Tú, si tú, que conseguiste que saboreara un croissant  sin llegar ni tan siquiera verlo.

Tú, que tienes el poder de mantenerme en vilo esperando tu vuelta.

Tú, que hiciste de mí una mujer completa.

Solo tú, entiendes mis miradas, mis deseos incluso desconocidos para mí, cada uno de mis suspiros.

Tú, que has dejado tu fuego en mí, quemando cada uno de mis temores.  Temores que me hacían revivir.

Tú, que tu sola imagen me excita sin llegar a controlar mis impulsos.

Es a ti a quien espero sin prisa, espero sin importar el tiempo, espero sabiendo que me deseas como yo te deseo, espero manteniendo en mi recuerdo cada uno de tus deseos.


Enmanuelle  07 de Noviembre de 2013




domingo, 3 de noviembre de 2013

Un juego peligroso ( batalla de poder)




Mi pierna comienza a subir por su cintura, la presión de su cuerpo es cada vez más notable, su virilidad pasea por mi sexo.
El deseo es mutuo, sus ojos mirando mis labios, sus manos subiendo por mi cuerpo, la respiración acelerada de ambos. Mis manos en su pecho intentando no sucumbir al deseo.
Es mi mano la que, sin intención, se dirige a su cintura, su presión contra mi es cada vez más notable, recorro con deleite su cintura hasta llegar a la  hebilla de su pantalón.
Sus ojos latentes y  encendidos. Son sus dedos los que descienden por mi tanga, mi virginidad se rinde a él, una sonrisa maliciosa en su rostro deja entrever que conoce mi secreto.
Quiero y deseo perder mi miedo. Muerdo su labio inferior al acercarse a mí. La tensión entre los dos es superior, palpable, me rindo, sí me rindo.
Mario aparece tras la puerta, la reacción que ha desatado en ambos es la esperada. Nos mira con ojos incrédulos, su amigo ha estado provocando mi deseo y él ha sido cómplice de su juego al llevarme al local.
Directamente acabo en mi casa tras prometer a Mario que no volvería a ocurrir. Me siento una niña indefensa ante sus acusaciones.
Sola, en mi cama, rememoro cada uno de  los momentos vividos, mi deseo, ya encendido, dirige mis dedos acariciándome. Mis pechos ansían ser presa de su boca, dejo que todo mi cuerpo fluya llegando al clímax más intenso vivido  hasta ese momento .Duermo durante toda la noche dejando mi cuerpo exhausto.
El Domingo empieza para mi muy temprano, las once de la mañana y mi madre tocando mi puerta. En casa una comida imprevista me despierta.
El agua caliente recorre mi cuerpo desnudo, frente a mí el espejo, una imagen me  estremece. Intento mantenerme centrada.  Descubro  mi deseado albañil, apoyado en el lavabo mirándome, su mutismo casi fantasmal al observarme casi me petrifica, soy yo quien lo tiene en mi terreno,  comienza el juego.
Un poco de gel da brillo a mis pechos, recorro mi cuerpo lentamente, son sus ojos los que guían mis movimientos, cierro los ojos disfrutando su mirada en mí.
El centro de mi deseo reclama mi atención, juego con el dejándome llevar por el deseo que me tiene atrapada. Un portazo rápido me devuelve a la realidad, los pasos de mi madre se acercan. Una toalla se encarga de cubrirme al mismo tiempo que respondo a mi madre que no me encuentro bien. No deseo sentarme en la misma mesa con el después de lo ocurrido. Ella no reacciona muy bien, como buena madre me prepara una infusión y tras darme un beso  me excusa ante los invitados.
Mi padre enciende la barbacoa, miro tras la cortina, tiemblo al pensar que me ve tras ellas cuando sonríe. Veo a mi madre al llegar hablando con mi padre, su mirada no es muy amigable al mirar a la segunda planta donde se encuentra mi dormitorio.
Sentada frente al espejo mi piel se eriza, ha sido el quien ha jugado conmigo. Acabo de secar mi pelo  y tenderme sobre la cama. Unos pasos suben la escalera, creo que es mi madre y me hago la dormida, no me ha dado tiempo a cubrirme y estoy desnuda sobre la cama. La puerta se cierra con demasiado cuidado, de reojo veo el calzado de mi albañil.
Desnuda boca abajo sobre la cama, mi cuerpo reacciona solo, una de mis piernas se desliza despacio por la sabana, dejando mi cuerpo ofrecido a él, mis pechos erectos provocan el fuego en sus ojos.
Sus pasos se acercan decididos, su mano en mi clítoris no tiene piedad, desata en mí la adolescente traviesa que encierro.  Mis manos arrebatan el botón de sus vaqueros, libero su gran verga, es la primera que acaricio, disfruto el momento al tiempo que el pellizca mis areolas casi con rabia contenida.
Acerca mi boca a su miembro, mi inexperiencia lo desespera. Cogiéndome del pelo me levanta de la cama, acerca su boca a la mía sin besarme, solo acallando cualquier intento de vocalizar una sola palabra. Mi cintura, rodeada  por su brazo, me presiona contra su cuerpo al tiempo que  me deja caer contra la pared. Su mano deja de pellizcar mis pechos. Levanta mi pierna dejando a su entera disposición mi virginidad. Me sonríe perverso, de un solo movimiento entra en mí, se detiene, una lágrima cae por mi cara.
Su pulgar la recoge llevándola a su boca, el deseo es superior a mí y ahora soy yo quien le pide más. Durante cinco minutos sus movimientos son acompasados, entra y sale en mi una y otra vez sin descanso. Siento mi cuerpo convulsionarse, su boca vuelve a estar pegada a la mía absorbiendo cada uno de mis gemidos hasta acabar desfallecida. Sin bajar de mi pedestal coge mi mano llevándola a su gran miembro. Muerde mi labio, pegado a mí, deja su cuerpo saciado.
Con cuidado se acerca a la cama aun conmigo sobre él, me deposita en ella diciéndome muy suave – lo pasaremos mejor la próxima vez, con un poco más de tiempo- cubre mi cuerpo con una ligera sabana quedándome dormida casi en un momento.

Enmanuelle L 04 de Noviembre de 2013