martes, 12 de noviembre de 2013

Un juego peligroso ( tentando al poder)

Que persistente es Noelia, por esa misma persistencia he cedido a lo que ella quería.
A primera hora de la mañana se ha asegurado de que no me falte ni el más mínimo detalle.  No me deja oportunidad para negarme. Iremos de piscina sí o sí.
Tras encajar el bañador en su sitio,  suspiro mirando al espejo, mis pechos son cada vez más sobresalientes. salimos al pasillo, el vello se nos eriza, el helor de la noche nos recrimina no llevar ropa. Al entrar en la gran piscina climatizada, Noelia me mira y me sonríe, continúo sin estar muy convencida y mi cara lo refleja.
Nuestro profesor es un chico de unos treinta años, esbelto y muy simpático. Nos da las pautas a seguir una vez dentro de la piscina,  no me queda otra que portarme como una chica buena y obedecerle. Los dos primeros largos las dos no los tomamos con calma,  los siguientes, somos más competidoras.
 Una mano acaricia mi cuerpo, rozándolo con suavidad bajo el agua. Al llegar al extremo de la piscina apoyo mi espalda en ella, una figura me mira desde el extremo contrario. Al levantar mis gafas, mi estómago se hace un nudo. El hombre que me despojo de mi virginidad me mira con una media sonrisa en su cara. Noelia me nota extraña. Apresurada se acerca a mí, ella no sabe nada de lo ocurrido, mi única contestación es tranquilizarla antes de salir y dirigirme al baño. Debo cambiarme y llegar a casa.
En los baños me apresuro a quitar mi bañador, frente al espejo repaso el recorrido de su mano con mis dedos, mis ojos cerrados vislumbran el bañador negro, ajustado a su varonil cuerpo. Un escalofrió me recorre, por un momento he creído sentir su mirada sobre mí.
El agua caliente de la ducha me devuelve a mi estado normal. Al salir cubierta con la toalla mi respiración  se paraliza.
 Un mensaje en el espejo me cita ´´Tu mejor ducha será cuando sean mis manos las que te enjabonen ´´.
Continuo mojada y no hay forma de ponerme la ropa, calzado, ropa, toalla, todo amontonado en la mochila y salgo por la puerta casi sin darme cuenta de la presencia de Noelia. Me pide calma, necesita tiempo para cambiarse y acompañarme, insisto que no lo haga. En nuestra batalla un árbitro es el encargado de ´´ofrecerse´´ a llevarme. El otra vez, miro a mi amiga suplicándole con la mirada, ella también lo conoce y encantada se despide de nosotros quedando pendiente llamarme.
Nos dirigimos a su coche, en el trayecto coge mi mochila. Me sonríe al mismo tiempo que sus palabras intenta que el temblor de mi cuerpo desaparezca. Muy cortes abre la puerta del copiloto y me invita a entrar. Es el mismo el que abrocha mi cinturón, haciendo que su boca quede cerca de mi pecho, el suspiro que me produce le hace sonreír.
El coche se pone en marcha, por mi cabeza, mil formas de amarlo. Es tan mayor que su experiencia me atrae. La luz de las farolas atraen mi atención, no es el recorrido a casa pero no me percato, el conduce con seguridad y yo me dejo llevar. Una tras otra las luces pasan ante mi mirada, cierro los ojos al notar un roce en mi rodilla. Mi falda se va levantando con caricias tan suaves que casi no las percibo. Sus dedos suben mi falda, miro sus ojos, casi transparentes mirando la carretera, su seguridad me abruma, dejo que mi cuerpo caiga en el asiento del coche dejando paso a sus caricias. Mis ojos se cierran casi al mismo tiempo que mis piernas se abren, su sonrisa es patente, sus dedos saben jugar conmigo derritiéndome. Gemidos de mi boca atraen su atención acelerando el coche y su mano, hace que mi desesperación crezca. Sus dedos se dirigen a mi boca, deja que saboree mi jugo, sus dedos aceleran su juego.  Juega con el centro de mi deseo hasta conseguir  hacerme llegar al límite, sus dedos paran,  quiere ser el quien los ahogue y yo también.
Sus dedos recorren mi cuello, me acercan a él, besa mis labios con desesperación, guía mi cabeza a su entrepierna haciendo que muerda el tejido de su vaquero. El deseo puede a mi inexperta mano, acaricio su entrepierna, siento su temblor, me excita sentirlo. Desabrocho su cremallera, mis labios buscan su gran verga que ya conozco y ansió saborear.  
Cerca de la piscina un camino apartado refugia su pasión y la mía.  Bajo uno de los árboles que el bien conoce, apaga el motor de su coche, mi mirada se fija en sus ojos. Sonríe, sabe, quiere y puede jugar conmigo.
Su mano se mueve con agilidad, de pronto me veo sobre él, yo sin mi ropa interior y el dispuesto para entrar en mí. No dejo de mirarlo cuando lo hace, intento coger aire cuando me penetra, mi cuerpo se estremece mirando al cielo. Mis gemidos provocan los suyos acelerando sus movimientos más primarios.
Mis caderas obedecen mis instintos moviéndose en círculos buscando mi propio placer, sus manos sobre mis pechos, son mordidos sin piedad  por un hombre sediento de mí,.  Mi cuerpo sonríe a mi misma, soy una  mujer  apoderada de un hombre veinte años mayor que yo y cada  uno de mis movimientos provoca su deseo, mis caderas juegan con su virilidad dejando que su cuerpo  se entregue a mí, su boca mordiendo mis labios me lo hace notar, si ,,,,, desea.
Quince minutos después me deja cerca de casa, al abrirme la puerta una nota bajo mi falda me despide,,,,,, ´´te espero en la ducha,´´,,,, sus letras tendida en mi cama me hacen descansar con una sonrisa.








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