miércoles, 4 de diciembre de 2013

Un día de frío

Hace frió, no debería abrir hoy la tienda, seguro que nadie se atreve a salir a la calle.
Abro la puerta de mi negocio, al entrar lo miro, cuantas horas e ilusiones he dedicado a él.
Cierro la puerta tras de mí, me dirijo detrás del mostrador, abro el cajetín, subo el térmico de la luz y doy vida al local. La calefacción debería haberla dejado puesta, mis manos están frías.
Dedico el tiempo necesario a recomponer la tienda tras el día anterior, todo está ´´manga por hombro´´. Salgo a la calle, las chimeneas encendidas hacen que las posibles clientas declinen alguna vaga idea de salir  de casa. La calle esta vacía y decido entrar de nuevo. Subo la música, estoy segura que nadie entrará y me dejo llevar por la melodía incluso imitando al cantante de turno.
Después de algún tiempo, decido centrarme y organizar el almacén, la ropa de verano está llegando y es ahora cuando el frio comienza……menudo lío aquí dentro. El ajetreo me ha dado calor y ya me sobra el polar, de cuando en cuando, vuelvo a salir con la ilusión de que alguna clienta decida visitarme, dando con mi gozo en un pozo en el almacén muevo, vacío, cuelgo y ordeno, ropa que se debe de estar dispuesta para la próxima temporada. Melendi me hace sonreír, me deja sin respiración al intentar seguir sus letras con los enanitos.

Una carcajada hace que salga de mi mundo en ese momento, dirijo mi mirada hacia la pequeña puerta que comunica el almacén con la tienda.
Un chico apoyado en el resquicio de la puerta me mira divertido, mis movimientos se paran en seco, creo que estoy avergonzada, el calor de mi cara me hace presuponerlo.
Me recompongo el pelo volviendo a hacerme la cola y con paso firme me dirijo hacia él.  Se presenta, y yo, con una sonrisa, lo invito a salir del almacén. Un escalofrió me recorre la espalda, voy tras él y el aroma que deja tras de sí me embriaga.
Dedico el poco recorrido del que disfruto, para observar su cuerpo, no está  nada mal.
Frente al mostrador vuelvo a ser la chica emprendedora y seria.
Me sonríe, vuelve a presentarse y me ofrece su mano, una mano más grande que la mía, suave, firme, acompañada de una sonrisa que me desarma. Durante cinco minutos me ´´vende´´ su producto.  Se excusa y sale del local para ir a buscar su maletín, en ese momento aprovecho para retocarme un poco, a su vuelta la conversación es amena.
Él describe cada una de las ventajas de sus productos, mis ojos no pueden evitarlo, sus labios me parecen muy sexis y los miro lo más disimuladamente que puedo. El calor me va invadiendo, lo que mi mente imagina hace que mi piel se erice. Su traje le queda como un guante, su maletín repleto de artículos va vaciándose, yo muy curiosa, le invito a que lo haga.
Recibo cada uno de los artículos que él me ofrece con mis manos, el leve  roce de las suyas hace que muerda mi labio inferior  de forma instintiva.
Su mirada se ha detenido en mí, me observa sin decir nada, sólo me observa. Siento en mi pecho la respiración  acelerándose, un suave suspiro evita que me desmaye. Su sonrisa al advertir mi nerviosismo seca mi boca, necesito agua y ya.
Una clienta abre la puerta, la recibo como agua de mayo. El decide recoger los artículos, desde cada uno de los rincones al que me dirijo con  mi clienta, repaso sus movimientos.  ¿ qué me ocurre con él?
Tras despachar y cobrarle a la clienta, volvemos a quedarnos solos. Él muy galantemente le abre la puerta y vuelve a cerrarla cuando sale.
Su mirada ahora es más intensa, busco la botella de agua, me abrasa su mirada. Al beber sus palabras me hacen reír :-¿ te provoco calor?.  El agua cae por mi cuello, dejando mi pecho  humedecido. La camisa ha quedado pegada a mi piel, el frió que me recorre, invita a mis pechos insinuarse marcando su volumen.
Con un rápido movimiento me cubro, él ha dejado de reírse y mira mi pecho con la mirada  fija. Siento el fuego que le ocasiono, decido dejar que su mirada me recorra.
Las llaves de la tienda están sobre el mostrador, le miro, su excitación ya no puede disimularla, me dirijo hacia la puerta de salida, al llegar a su altura me detengo, es más alto que yo. Por un momento que parece una eternidad, recorro su cuerpo dejando que mi deseo actúe. Mis ojos me delatan, el fuego cruzado de nuestras miradas nos incita.
Cierro con dos vueltas de llave el local, me disculpo ante él para dirigirme hacia el almacén.  El frio es intenso y enfermaré si no me cambio la camisa.  
Con cada uno de los botones mi mente no deja de atormentarme, deseo que sea él quien me ayude, sí lo deseo..
Ya no siento frio en el almacén, el calor que mi cuerpo desprende pensando en el despoja de todo atismo del ambiente gélido. , dejo que mi camisa caiga por mis brazos, continuo con los ojos cerrados imitando sus movimientos.
Un gemido llama mi atención, al girarme, su mirada me penetra, su cuerpo apoyado en el resquicio de la puerta me excita. Su mano acaricia su pantalón, su boca me sonríe atrayéndome, giro mi cuerpo hacia él.  Dejo al descubierto mis pechos, el temblor que me ocasiona y su boca,  encienden el deseo que busca provocarme.
¿Te ayudo?.-Sus palabras  me dejan a su disposición, se acerca a mí, sus manos suaves acarician mi cara, bajan por mi cuello, recorriendo mis hombros erizándolos.
Sus labios depositan en mí un cálido y lento beso. Sus manos bajan los tirantes de mi sujetador, deja ante él todo mi pecho descubierto, Lame sus labios, su pícara sonrisa desaparece.  
Dejo que sea él quien dirija mis movimientos, su mano acaricia  la mía, la desliza por su cuerpo, mis ojos admiran como los suyos se cierran a mi tacto. Bajo por su pecho, mis dedos inquietos cobran vida propia al acariciar la cremallera de su pantalón, absorbo el suspiro que su boca libera.
Su cuerpo se contonea con las caricias de mi mano, solo tres de sus dedos acercan mi boca a la suya. Su mano acaricia mi espalda despojando mi mente de tabúes que me retienen. El beso que me ofrece casi me  derrite. Baja delicadamente por mi cuerpo, despojándolo de ropa que me cubre, quedo desnuda frente a él, se deleita mirándome, en este momento sabe con firmeza que cada una de sus palabras será una orden para mí.
 Su brazo rodea mi cuerpo con fuerza, contra la pared me siento una pluma acoplada a su cuerpo. Mis labios se dedican  con deseo a  devorarlo.
Juega con mi cuerpo, guiando mis manos, haciendo  que su poderosa erección sea a cada momento más apetecible para mí.
Sobre le estantería sobra todo lo que había ordenado, muerdo su cuello al mismo tiempo que mi mano deja libre su deseo, mi largo pelo se enreda entre sus dedos
Disfruta de mi cuerpo tembloroso,  no es el frio el  que me eriza, es su forma de dominarme.
Entre suspiros y embestidas, la excitación deja paso a una explosión de orgasmos simultáneos de ambos.
Media hora más tarde,  me deposita en el suelo con una gran sonrisa, con su mano despeja mi cara de una melena empapada de sudor. Sin mediar palabra, nos dedicamos a vestirnos el uno al otro, dejando  paso a un sinfín de juegos casi más placenteros que los vividos minutos antes.
Me dirijo hacia la puerta decidida a salir, su mano me retiene justo en el resquicio  de la puerta. Me gira sobre mi misma y deposita un beso en mis labios. Sus ojos ardientes hacen que todo lo ocurrido devuelva a mí el deseo de poseerlo.
Tras el mostrador me aseguro que nadie ha estado cerca de la puerta ni ha recibido el calor que sin duda se ha originado. Mis ojos repasan a mi amante al salir del almacén, sus pasos se paran frente a mí, su sonrisa mmmmm ….
 Su sonrisa, al sacar una tarjeta de presentación y acercarla a mí,  despidiéndose después hasta desaparecer por la puerta.
Miro el nombre impreso sonriendo, decido guardarla en un lugar especial, cuando al dar la vuelta unas palabras dejan las puertas abiertas a próximos encuentros.  ´´la presentación de los nuevos artículos será la próxima semana´´.


Enmanuelle L 04 de diciembre de 2013







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