martes, 25 de febrero de 2014

Un sueño hecho realidad ( octava parte )




No me atrevo  a moverme, sus palabras continúan golpeando una y otra vez en mi cabeza.
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        ¿Lo has pasado bien en el balcón?

Siento su mano jugar sobre mi vestido, las demás personas continúan escuchando el discurso , nadie percibe mi semblante sonrojado.

Acercándose aún más a mí, su experta mano se desliza bajo mi vestido rojo, despojándome del pequeño tanga que cubre mi sexo.
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      A lo largo de la noche,  sabrás cuál es el resto de tu castigo- la excitación me estremece.

La excitación e indignación que siento se debaten dentro de mí. Estoy rodeada de  personas influyentes, sin ropa interior.

Levanto la mirada, se aleja de mi acompañado de una chica muy atractiva, su mano se desliza por la cintura de la joven, él, sabiéndose observado, me mira y sonríe.

¿Celos? ¿Son celos o simplemente no comparto su juego?

El discurso ha acabado, los aplausos de los asistentes me devuelven a la realidad. Pedro me invita a compartir una copa, en uno de los elegantes divanes distribuidos estratégicamente por el gran salón. 

Acepto encantada decidiéndome por uno en concreto, en el, seré visible para mi galán.






El Cosmopolitan sacia mi sed con enorme placer, mi mirada se cruza con la suya, él bebe cava, consigue ruborizarme cuando su mano se dirige al bolsillo de su chaqueta, su pícara sonrisa me hace saber, donde se encuentra su tesoro, consiguiendo toda mi atención.

Pedro continua hablándome, creo que se ha dado cuenta  que no le presto mucha atención, busco a Ana con la mirada, ella también desea irse a casa, acercándome a mi acompañante le susurro que me acompañe a la salida, con toda la intención al ver que desde lejos me vigila, rozo con mi mano la rodilla de Pedro, la sonrisa de mi galán desaparece desaprobando mi actuación. 

Su mirada penetrante me sigue hasta la salida.

Me despido con mi acompañante amablemente prometiéndonos mutuamente volver a quedar, alguna vez, Ana se impacienta.

En el camino de vuelta a casa Ana habla y habla pufffff, intento prestarle atención, mi mente se niega.

Es de madrugada, abro la ventanilla del coche dejando que la brisa del mar alivie el calor que me invade.  Decido ir caminando a casa pidiéndole a Ana que pare, tras mucho rogarle para convencerla que lo necesito, cede a mi petición. Solo son unos metros  y me vendrá bien pensar en todo lo ocurrido.

Camino por el paseo observando las palmeras, parejas escondidas disfrutando de un amor imposible o simple deseo. No se percatan de mí, yo continúo mi paseo, un coche pasa a toda velocidad, el frenado del coche es inmediato.

Paralizada veo como la puerta del coche se abre, de el, con su traje impecable, baja mi galán, se dirige a mí con pasos largos y seguros. Me alejo de él sin mirar atrás, el tacón de mis zapatos impide que mi retirada sea rápida y me desprendo de ellos, su voz, con tono firme me llama, insiste que me detenga. Estoy demasiado ofuscada con él por despojarme de mi ropa interior y no le hago caso.

Su mano detiene mis pasos, no dice nada, su mirada enfurecida habla por él.  Me guía hasta un pequeño rompeolas, me apoya en las rocas devorando mi boca con deseo.

Mi excitación reacciona sin poder controlar mi cuerpo humedeciéndome, su rodilla entre mis piernas, se abre camino sin yo percibirlo, sus ágiles manos desabrochan los primeros botones de mi vestido dejando mis pechos descubiertos, erectos y excitados se rinden ante la destreza de su lengua.

Mis piernas tiemblan, mis gemidos comienzan a ser continuos, su boca no siente piedad de mí, es implacable, experta y lasciva sometiendo  mi cuerpo a su voluntad.

 Su mano sube por mi rodilla con firmeza, mi vestido se despedaza en sus manos, sus dedos acarician mí el centro de mi deseo con suavidad, círculos medidos en intensidad y ritmo sacuden mi clítoris haciéndome enloquecer, deseo besarle, acariciarlo, devolverle tanto placer, con su mano atrapa mis manos prohibiéndome tocarle.

Su mirada disfruta su poder sobre mí, no puedo ni quiero defenderme, él sabe cómo hacerme llegar al cielo sobre la arena de una playa.





Enmanuell L 

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