miércoles, 5 de marzo de 2014

Noche de carnaval



Comienzo de carnaval, el jefe se ha portado, un largo puente para disfrutarlo, con mi billete en mano, subo las escalerillas del avión. Este  año por fin descubriré porque son tan importantes estas fiestas para reconocerlas como interés nacional.


No he dicho mi paradero de los próximos días, me voy a dedicar a disfrutar. Dejo atrás por unos días, trabajo, estrés, rutina.. todo lo que no consigo apartar estando cerca de todo ello.


La ciudad a la que me dirijo es extremadamente agradable, la gente sonríe, el hotel me regala unas vistas increíbles a la playa. Tras dejar la maleta, me dirijo en busca de un traje que ponerme, para disfrutar la noche. En una de las tiendas, cerca del ayuntamiento, uno de los disfraces llama mi atención,   el  contraste entre el color rojo y negro fuego me atrae, expresa todo lo que ahora quiero ser.


Al salir, me relajo sentada en una terraza donde un camarero me atiende amablemente, me indica el horario y la mejor zona para disfrutar estas fiestas.

De nuevo en el hotel, sentada en el cómodo sillón, miro mi disfraz, ¿Me atreveré? Me rio como hacía tiempo, disfruto cada uno de los momentos a la hora de vestirme. Decido ponerme la ropa interior negra, frente al espejo, recojo mi pelo en una cola salvaje, el rímen impregna mis pestañas, el color rojo de mis labios, a juego con mi disfraz.

Las medias se deslizan por mis piernas dejándolas justo a la altura de los ligeros. La falda es muy, muy corta, sonrió al verme reflejada,  el corpiño y la falda son de color rojo, botas de tacón  y antifaz negro

Ya disfrazada, me dirijo al bar del hotel,  el ambiente es animado, la gente hablan entre ellos, al llegar yo, me acogen saludándome.

El alboroto de las personas  hace que pase horas bailando,  mi garganta seca me hace buscar algo que tomar, me encuentro frente a un local donde el sonido de la música, llama mi atención. Es música en directo y está a rebosar, me abro paso como puedo consiguiendo llegar a la barra.

La cerveza apaga mi sed, sobre el escenario un grupo local deleita a unos fans entregados,  observo bajo mi antifaz como disfrutan, en mí recorrido un chico llama mi atención, sus grandes  ojos azules, la falta de disfraz  y su sonrisa revolucionan aún más el calor que siento.

Me adentro cerca del escenario, balanceo mi cuerpo al ritmo de la música. Cierro mis ojos sintiéndome bien por la decisión que tome al venir sola y disfrutar de estas fiestas.

El cuerpo de una persona se acopla al mío, giro mi cabeza, sin deseos de despegarme al ver que es el chico de los ojos azules.  El movimiento de nuestros cuerpos es un vaivén de contoneos  controlados, noto su excitación pegada a mí, me apetece jugar, dejo que mi cuerpo saboree el suyo al ritmo de la música,  me deslizo por el suavemente excitándome ante su mirada, no sonríe, solo disfruta. Sus manos acarician mi disfraz, en un momento dado, son sus manos los que acarician mi cuerpo bajo  mi falda.

Mi mano se desliza por su cuerpo, su erección es notable, mi deseo se acelera, su sonrisa me atrapa, me hace sentir segura. Intenta quitar mi antifaz, se lo impido con una sonrisa.

Termina la canción, mi excitación es tan evidente que el extremo de mis pechos roza el disfraz erecto y deseoso de esa sonrisa cautivadora.

Al acabar la canción, mi mente me hace reaccionar, sonrió a mi pareja de baile dejándolo solo  y saliendo precipitadamente del local.

Sus ojos me observan en cada paso que doy, disfruto esa sensación, acabo en una calle que desemboca en un parking,  estoy perdida en esta gran ciudad con el deseo por un hombre que acabo de conocer.

Apoyándome en el capo de uno de lo coches, mis dedos intentan reprimir el deseo que me ha producido, mis gemidos acrecientan por momentos. Unos dedos recorren mi mano, abro los ojos, el color azul de sus ojos hacen que cierre los míos al besarme. Su mano dirige la mía, llevándome a su coche.

El cierre centralizado abre el seguro de las puertas, me invita a entrar, le concedo el deseo.
Su hilo de voz   me ordena disfrutar mi excitación, desde la puerta él, observa como dejo que mi cuerpo se estremezca ante mis dedos. Su mirada es ardiente observándome.

Se acerca a mí, pellizca  mis pechos, sus dedos juegan  en mi boca, abre mis piernas dejando mi tanga húmedo ofrecido a él, se acerca  a mí bebiendo mi jugo, su lengua acaricia mi clítoris incansablemente, mis gemidos son ahogados por la música que continua en la calle.


Sus manos expertas juegan con mi cuerpo, la excitación me hace desear complacerlo saboreando su cuerpo, su mandíbula apretada me satisface, el placer que le hago sentir me excita aún más.

El capo de su coche es el apoyo de mi cuerpo, sin contemplaciones me penetra una y otra vez desatando en mi un placer extremo.  

Entro en mi habitación, mi cara refleja cansancio y satisfacción, la cama me acoge, el sol está saliendo, cierro los ojos tras una noche de carnaval.




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