miércoles, 8 de octubre de 2014

Una deuda pendiente



Sentada en un gran sillón, al fondo de un largo pasillo, con solo un collar y un body rojo, un vaso de whiski en mi mano, con uno de mis dedos, bordeando el contorno de la copa esperando que la puerta se abra.

Media hora después el sonido de la llave me alerta, la luz del rellano es la única presente en la vivienda, continuo en la oscuridad dando un ligero sorbo al licor, mi respiración se acelera.

En el marco de la puerta, revisando el correo, su silueta me excita, lo miro fijamente disfrutándolo. Antes de saber cuál va a ser su reacción, el interruptor cambia de posición alumbrando el habitáculo, al final del  largo pasillo su sorpresa lo espera.

-Hola, te esperaba.




-¿Qué haces aquí? ¿Cómo has entrado? -Se mantiene a una distancia prudente.

-¿No me saludas?

-Podemos hablar desde esta distancia.- No quiere acercarse aunque sus ojos recorren mi cuerpo.

Cruzo mis piernas, apoyando mi codo en el reposa brazos, mis dedos comienzan un tímido juego arqueando mechones de mi pelo, los dedos de mi mano derecha dibujan semicírculos cobre mi pecho.

-¿A qué has venido?- cada palabra suya es un paso más hacia mí. Su aroma comienza a envolverme, dejándome llevar por mis instintos, me reincorporo en el sillón dejando mis brazos apoyados. Mirándolo fijamente a los ojos le respondo:

- He venido a cumplir una vieja promesa. Una de mis manos retira mi melena de mi cara, volviendo a bajar por mi rostro, mis dedos juegan con mis labios.

Sus ojos siguen el juego, sus pupilas cada vez más dilatadas me inducen a continuar con mi juego.
Dejo que mi mano baje por mi cuello hasta mi pecho, pellizco con mis dedos húmedos uno de mis pezones, erecto, me encamino al otro. Mis dos manos se dedican a acariciar mis pechos.
Noto su mirada cada vez mas encendida,

Desahoga su corbata sin dejar de mirarme, al tiempo que se sirve una copa casi instintivamente.
Mi mano se desliza por mi cuerpo dibujando sobre mi ombligo sedosos círculos, comienza a despojarse de su chaqueta, dejándola caer al suelo.

Mi rodilla se contrae apoyando mi pie en el filo del cálido sillón, su mirada mi provoca, muerdo mis labio inferior, mis dedos celosos, se apresuran a ser mordidos, esta claro, lo deseo.
Apoyado en la pared me observa.

El calor que desprende el centro de mi deseo, hace que desee mitigarlo, desciendo mi mano con suavidad, mi respiración se acelera al tacto con mi clítoris excitado, la humedad que lo inunda no me sorprende, siempre me excito de forma incontrolada.

Acaricio  mi vulva con su mirada fija en él, pequeñas descargas de placer acompasan el movimiento de mis dedos, siendo cada vez más acelerados.
Su mano acaricia su entrepierna, la silueta de su marcado pene hace que mi cuerpo se inunde en un estallido de placer cerrando mis ojos ante tal intensidad.

Bruscamente mi cabeza retrocede, de pie frente a mí, su mano acaricia mi cuello, lo miro, me sonríe con fuego en la mirada, le sonrió, sé lo que desea.
Mi mano acaricia su pene sobre el pantalón, un gemido ahogado al notar su pene palpitando en mi mano.

Bajo la cremallera, introduzco mi mano liberando su glande húmedo, lo rozo con mis dedos, su cuerpo tiembla, me siento una diosa al comprobar el placer que le dedico.
Acerco mi boca dejando que sienta mi aliento sobre él, beso la cabeza de su pene lamiéndola con mimo, su cuerpo se arquea, su cabeza retrocede.

Su impaciencia es notable, con su mano en mi cabeza presiona su cadera contra mi boca dejándola repleta de su enorme virilidad.

Mi lengua saborea cada milímetro, mis labios presionan con ansias en cada embestida. Su mano busca mi pecho apretándolo con locura, mi excitación es máxima, intento acariciar mi clítoris ansioso de caricias y enfurezco al comprobar que él me lo impide.





Con un rápido movimiento, mi cuerpo queda con él a mis espaldas, arropada al sillón sube mi pierna dejando exponiendo a él todo mi deseo.

Sus expertas manos juegan con mi vulva y la entrada de mi ano, hace que mi cuerpo se inunde el segundo de mis orgasmos no tarda en llegar, mis piernas tiemblan casi haciéndome caer, sus manos me sujetan con fuerza.

Sin pensarlo dos veces, su glande ronda mi ano, siento la presión al entrar con decisión dentro de mí.
No sé si es placer o dolor, sé que disfruto cada embestida que me dedica.

Sentado en el gran sillón, se relaja mirando cómo me visto de nuevo, dándole un suave beso, me despido:

-Promesa cumplida


Enmanuell L 8 de Octubre de 2014





2 comentarios:

  1. ¡Excelente relato de una promesa cumplida ...muy excitante y muy bien logrado el interés hasta el final, por el desarrollo del encuentro deseado ...gracias por escribirlo Linda Enmanuelle! ...saludos!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a ti por leerme y animarme a continuar escribiendo. Un saludo Victor Manuel

      Eliminar