martes, 23 de febrero de 2016

Juegos deseados (segunda parte)


-¿Quieres que pase la noche contigo?

-Tú decides

-Te lo estoy diciendo…

-No, ha sonado más a una pregunta.

-Quiero quedarme- el silencio se hace patente.

- Vete, es lo que deseas.

-No te comportes como una niña mimada.

-¿Una niña?

-Perdóname.

- Vete ya- le grito ofuscada por su comentario.

Escucho sus pasos indicándome su trayectoria hacia la puerta, dejándome sola con mis pensamientos, se abre la puerta, da un paso más y la  puerta se cierra. Se ha ido, un escalofrió recorre mi cuerpo, no sé si volverá o no lo hará de nuevo.

Me dirijo hacia la ventana y miro a través de la cortina ansiosa esperando su salida, mi respiración se acelera, un minuto, dos minutos, tres….mi esperanza cae en picado, se ha ido. Cierro mis ojos intentando contener mis lágrimas.

La suave caricia de una mano recorre mi cintura, me estremezco, mi cuello es recorrido con delicadeza deslizándolo sobre mí hombro, me dejo llevar hasta sentir el calor de su pecho contra mi cuerpo, su boca mordisquea impaciente mi cuello, sin poder evitarlo, siento mi cuerpo en llamas.




-No te has ido.

- Te deseo, te lo he dicho y quiero que lo compruebes.

Su voz me derrite, comienza a besarme apasionadamente, sus manos recorren mis hombros despojándome del mismo picardías que momentos antes lo despedía.

Mis miedos desaparecen con el tacto de su mano recorriendo mi cuerpo, suspiro de placer al sentirlo jugar con mi clítoris, sus movimientos precisos sobre mi vulva me hacen enloquecer, le gusta mi lencería y decide dejármela.

Mi pudor desaparece deslizando mi mano sobre su vaquero, lo disfruto como amante siendo suya, escondidos en la sombra, me desea al mismo nivel que lo deseo. Olvido mis pensamientos, mi coraje, y cualquier otra cosa, cuando comienza a poseerme a tirar mis barreras con un solo beso.

Me tiene a su merced, y es que nadie puede resistirse, o al menos yo no puedo, no quiero, quiero que me ame, aunque sea solo un momento, aunque sea solo ese instante, aunque sea solo en la cama, quiero que sea solo para mí, aunque solo sea en un sueño húmedo.

Le quito la chaqueta, la camisa, botón a botón volviendo a disfrutarlo y el cinturón, en este momento, la que juega soy yo. Él se deshace de los zapatos y me arroja en la cama, yo trepo provocándolo, abriéndome de piernas para él, tocando mis pechos, indicándole que él puede hacerlo también.




Me observa, y me encanta que lo haga, me siento plena, me encanta que mire como toco mi cuerpo, como me ofrezco y me abro lo más que puedo para que él introduzca su miembro dentro de mí, su lengua recorre sus los labios, intuyo que saboreándolo y le invito a probarlo, introduciendo mi dedo en la boca, él se contiene, pero sé que me desea, sé que quiere poseerme entera.

Sus dedos se encargan de lubricarme, se preocupa porque no me duela, no sabe el placer que eso me provoca, intenta una, dos, y en la tercera, me introduce el pene por completo, hasta adentro, estoy deseosa, y lo espero.

Caemos en la cama, abrazados, mientras me besa en los ojos, la nariz y la boca, le acaricio el cabello, ya con canas, muy escasas, pero evidentes, y no puedo creer que lo tenga aquí.

–Te deseo. –susurro, obteniendo silencio. Y ante tan evidente respuesta, mi corazón se quiebra en mil pedazos, lo disfrutaré hasta que me canse.

Me subo en él ofreciéndole cada uno de mis senos, mientras traviesamente él juguetea con mis orificios, me penetra con los dedos, el ano y la vagina, dedicándome deliciosos orgasmos.

Me toca los pechos, los amasa, los aprieta con rudeza, lame mis pezones, los excita, los retuerce despacito, provocándome un delicioso placer en las entrañas, y ahí está de nuevo gimiendo.

Yo se lo concedo todo, se lo entrego todo. La habitación huele a sexo, a saliva y sudor, y aún seguimos entregándonos al placer, hasta caer rendidos.

Tira de mi cabello obligándome a bajar y saborear su pene, sus testículos, es mío, todo mío, ese suculento manjar, cuando lo introduzco en mi boca, está salado, húmedo, sabe y huele a él, su semen me fascina, dispuesta a provocar su placer en mi boca, me esmero en hacerle el oral de su vida, introduciendo su pene lo más que puedo, hasta tocar mi campanilla, es delicioso tener la boca llena, y jugar con mi lengua, enroscarla alrededor, chuparle, besarle, masturbarle, escucharlo gemir, viendo lo que esta “niña” puede hacerle, no tardo mucho, cuando lo siento contraerse, ya viene, está a punto y de repente un chorro espeso me golpea en la lengua, sale con fuerza, es salado, calientito, es mi premio.



Él limpia los restos que quedan en la comisura de mis labios, con el dedo, los chupa, sonrió traviesamente, satisfecha con mi triunfo y nos abrazamos fuertemente, cayendo rendidos por el cansancio.

Su piel caliente, sus fuertes brazos, esos besos que me quitan el aliento, la fuerza de su sexo y como mi corazón siente ese vuelco cada vez que lo escucho gemir.

Muchas veces le he dado placer a mi cuerpo, pocas veces placer a mi alma, pero con él, el placer es completo, al cuerpo y al alma... Y es que cuando se complementan ambas cosas, todo se vuelve indescriptible, una caricia es vital, un beso la vida.

Al abrir los ojos lo miro junto a mí, tan fuerte, tan mío, que aunque no me lo diga, sé que me desea, aunque hoy se ira, dejándome sola, no sé por cuantos días, me ha hecho feliz, el resto de la semana.

Las sábanas tienen su aroma, mi cuerpo arde de pasión, dónde lo besaste...


Enmanuell L 23 de Febrero de 2016
















jueves, 18 de febrero de 2016

Juegos deseados

Hoy es un día de esos enrarecidos. Es invierno y luce el sol sin atisbo de nubes, sin embargo brillando en lo más alto, es de esas veces que no calienta. Si sales a la calle, notas en la cara una brisa heladora que cierra todos los poros y de forma instintiva te hace esconder el cuello entre los hombros y echarte aliento entre las manos.

Me gusta fijarme en las personas que me cruzo. Me pregunto cómo será su vida, ¿serán felices? ¿Tristes? ¿De dónde vendrán? ¿A dónde irán?

Cruzo por la gran vía casi sin observar el tráfico, contra mi tobillo izquierdo un panfleto cómplice del viento llama mi atención, me agacho a recogerlo y es una cuartilla ilustrada sobre un grupo de jazz. Justamente es para un espectáculo que se hace esa misma noche. 

Es un deseo que persigo durante mucho tiempo.
Pocas horas más tarde, me encuentro en las puertas del local donde es el espectáculo. Tomo asiento en uno de los reservados más apartado,  con luz discreta. Comienza el concierto, un camarero con una gran sonrisa, sirve la copa que voy a disfrutar (Whisky con hielo)….



 En ese momento se apagan todas las luces y solo se queda un foco encendido sobre el saxofón.

 Sorprendentemente una de las melodías parece dedicada a mí.

La blanca luz de la farola que ilumina la puerta de entrada, hace que mi mirada se fije en la persona que entra en el local. Mi corazón se sobresalta, la silueta que apenas distingo se dirige hacia mí. Una sonrisa acompaña su mirada, hacía mucho tiempo que no coincidíamos.

Con su habitual descaro, pide acompañarme y yo accedo.

Disfrutamos el concierto sin apenas intercambiar palabras, solo hablan nuestras miradas intencionadas.
Una vez acabado me invita a  cenar con él, en su casa. Una cena deliciosa, increíble. Tras finalizar, vamos al sofá los dos, a charlar un rato... pero no hablamos mucho. Hace tiempo que lo deseo.

Deseo sus labios y me acerco a ellos, despacio, tengo miedo del rechazo, pero no se produce. Los junto con los suyos y lentamente voy  abriendo mi boca para que nuestras lenguas se junten y se acaricien... lo deseo tanto... 

Sus manos se acercan a mis brazos y mis manos a su cuello, cada vez nos besamos con más pasión... De repente, me aparta y dejo de ver. Una venda cubre mis ojos al tiempo que  dos cuerdas de seda atan mis manos. No puedo moverme.




Lentamente, siento como desliza mi ropa sobre mí. Me desnuda, sin poder ver, sin poder moverme... Pasan  unos minutos y no pasaba nada. Creo que esta frente a mi mirándome y mi excitación  crece. Un instante cambia esa percepción. Una pluma toca mi vientre, suave acaricia mi piel produciéndome un escalofrío.

Sus labios tocan mi muslo... tocan mi abdomen, mi cuello, mi frente, mi mejilla derecha, mi mejilla izquierda, mi hombro derecho... La pluma sigue recorriendo mi figura. Sus labios tocan mis labios, solo un momento.

Sus labios besan  mis pechos, primero  uno y luego otro... siento la pluma   jugar con mi entrepierna... su lengua recorre mis pechos .. y lo deseo, deseo que bese mis pechos. No pasa mucho tiempo, sus labios caen sobre mi pezón y lo besa fuerte, chupándolo bruscamente, mientras estimula mi otro pezón con la pluma.
Mi cuerpo excitado, tiemble y se retuerce a su antojo.
pasan unos minutos, para. Todo quedó quieto y en silencio de nuevo.

Siento algo en mis labios y los abro, la calidez y suavidad de su pene roza mis labios intentando abrirse paso  en mi boca, cedo a su voluntad y la saboreo con timidez, su excitación crece con las caricias de mi lengua,  despacio y suavemente entra hasta la garganta y la  retira  de nuevo. Sus gemidos me invitan a continuar con el juego, acaricio el glande con mi lengua, siento por momentos como se endurece  en mi boca y el líquido pre seminal cae sobre mi lengua.


Dejándome la miel en los labios, juega con su lengua por mi cuerpo hasta llegar a mi clítoris, la excitación es máxima en ambos, su lengua da círculos sobre él... no puedo más... y me dejo llevar por una ola de placer inmenso.

En ese momento siento su pene, me penetra fuerte y rápido, penetrándome salvajemente.




 Me quita la venda de los ojos y lo puedo ver, desnudo, como su mirada busca mi placer, como se mueve para metérmela y sacármela rápidamente. Agarra con sus manos mi cabeza, teniendo la certeza que soy suya  mientras no deja de penetrarme... muy fuerte.

                                

                                        Enmanuell L 18 de Febrero de 2016