miércoles, 8 de junio de 2016

Madrugada inesperada

El día había sido muy duro, durante la tarde me propuse descansar y pasar una apacible noche entre amigas.

Comencemos en la sobremesa con una ginebra bien cargada, las confidencias se evadían entre risas y sonrojos.

La tarde de trabajo fue mucho más serena  amenizada por clientas impacientes que demandaban su hora. Por fin llegó la hora de correr las cortinas hasta el próximo día.

En la pequeña terraza el corro de amigas se fue incrementando, la leve brisa fresca que nos rodeaba nos hacía participes de las permanentes propuestas de la camarera.

Al cabo de pocos minutos las parejas de mis amigas fueron llegando impacientes por su compañía, solo dos de nosotras quedamos inmersas en una conversación más  íntima.



Las últimas hazañas de su trayectoria me dejaron confusa, todo había sido tan secreto que no había percibido ni una sola de sus reacciones.

Tras ayudar a cerrar el último  garito de la zona,  decidimos desplazarnos  al más cercano.

El chico que nos sirvió pareció alegrarse con nuestra presencia, la cerveza fue nuestra aliada ante nuestra economía, la noche se nublo entre palabras sin sentido que a ambas nos desorientaron, sin pensarlo decidimos abandonar la zona y buscar un nuevo lugar al que acudir, la noche era joven y nosotras no quisimos acabarla.

Recorrimos cada uno de los lugares conocidos hasta acabar cediendo a la triste realidad, solo uno de los establecimientos  iluminaba su interior, sin ser uno de nuestros favoritos accedimos a tomar la última copa en su terraza.

Nos siguieron las palabras infundadas de las anteriores horas dejando nuestras sonrisas congeladas.

Las altas horas de la madrugada reclamaban un tentempié, que decidida fui a buscar, a la salida mi amiga yacía sobre la mesa casi inconsciente, sonriendo la desperté sin causar mucho revuelo. Ante mi atónita mirada apareció delante sobre nosotras una amistad casi ya olvidada, el espectro de quien había sido me dejo atónita.

Con un saludo incrédulo le invitamos a unirse a nuestro desayuno matutino, mi amiga casi sin reaccionar le sonríe.

Mi mirada se pierde ante la antigua imagen que yo recordaba y la que se presentaba ante mí, la delicadeza de sus sentimientos demandaban la protección de mis palabras., en un momento dado el suspiro de cansancio de mi amiga nos hace sonreír. Decido llevarla a casa ayudándola  con la empecinada puerta de la entrada, me despido de ella recordándole nuestra próxima cita.

Ante la soledad que nos invade a ambos, sus lágrimas recorren su cara, la vida no está siendo justa y está haciendo estragos en su vida.  Acaricio su cara con mis dedos limpiando la lagrima que recorre su mejilla, su mirada se fija en mí, ya no es la misma, sus dedos se dejan guiar por mi caricia, recorre mis labios con ternura deslizándose por mi cuello, me estremece sentir el calor que desprende, se acerca a mí con alevosía, sin darme tregua me besa con una ansia desmedida, lo miro con perplejidad, su mano comienza a recorrer mi escote, mi pecho acelerado por su impaciencia le concede el permiso que demanda. ……..



                      Enmanuenl L 8 de Junio de 2016



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