sábado, 17 de junio de 2017

Dicen...

Dicen que nacemos con un pan bajo el brazo, creo que yo nací con un puñado de ostias que se reparten durante mi vida.
En estos últimos días me estan demostrando que mi estrella debío repartirse entre los demás.
He tenido que "soportar" situaciones que no me pertecen, he tenido  que "soportar"  volver a sufrir que me partieran el corazón. He tenido que callar y "soportar" situaciones que me han probocado enfermedades.
He tenido la incertidumbre de estar en medio de algo en lo que no podía ni quería estar.
He tenido que reconocer que lo que yo creí mi "lugar" no me pertenecia.
Es duro no merecer una conversación coherente cuando has dado todo de ti.
También  es duro saber que las palabras que te dedican no son sinceras, no influye mucho, es algo que ya  "sabias" hace mucho.
¿Por que incluso la famia te decepciona?   No importa, siempre será tu familia ¿no?
Reconozco que la última  gota de este vaso ha sido volver a romperme el corazón y no me lo esperaba.
También dicen que, acabada la misa, las ostias se acaban y yo estoy acabando de rezar mi penitencia.
No volveré a ser la misma, quizás menos risueña, quizas menos confiada, quizás menos fragil y menos vulnerable.
Mi imagen frente al espejo no la reconozco, la sombra del dolor que oculto, esta dejando  atras la niña que luchaba por sobrevivir.
Nacerá una nueva persona, es algo que yo no puedo discutir.

Enmanuell L 17 de Junio de 2017

sábado, 10 de junio de 2017

Mis hijos, el motor de mi corazón.

El pasillo, ahora vacio, del que ha sido mi hogar los dos últimos años, se despide de mí a cada paso.
En las habitaciones resuenan ecos de los momentos vividos durante este tiempo, risas, miedos, icertidumbres ante una vida incierta.
La cama que nos acogio a los tres la primera noche de confusión, ahora nos sonrié sabedora que hemos superado un pasado amargo y de la ilusión que tenemos por un futuro mejor.
El presente, donde nos encontramos descubriendo una nueva vida que afrontamos con serenidad y decisión.
Recuerdo las primeras risas sinceras a sus once años, la incredulidad en la cara de su hermana y la mia propia. El orgullo al saber que había hecho lo correcto aunque el temor que me atenazaba hubiera dilatado mucho la decisión.
Poco a poco la casa se fúe llenando de nuevos amigos, personas que siempre quedarían en nuestras vidas, regalandonos su tiempo, preocupación y consejos que siempre nos hicierón sentirnos parte de gran familia que nos abrio los brazos y las puertas de su corazón.
El paso de los días afianzo algo que yo ya sabía, los tres somos una piña para lo bueno y lo malo.
Una nueva prueba nos vuelve a poner en una encrucijada.
Veinte días para decidir otro cambio en nuestras vidas.
Sé que yo, como cabeza de familia debo tomar las decisiones, nunca es facil, siempre dejas personas y cosas importantes atras. Por ese motivo recurro a su opinión, nunca me fallan, siempre lo mejor para los tres.
También he pedido opinión a las pocas personas que me importan, no siempre soy objetiva y tener  a alguien que te enfrente a relidad es un privilegio.
Hoy el pasillo de mi casa vacia me anima a continuar mi vida, no sin apenarse por mi, déjare parte de mi corazón, sueños e ilusión.
Una nueva aventura me espera y la afrontaré con pasión, porque ellos son lo más importante en mi vida: Mis hijos, el motor de mi corazón.